De todos los cursos de doctorado que realicé en la Complutense de Madrid, recuerdo con especial cariño uno dedicado al estudio y puesta en común de diferentes tesis realizadas recientemente sobre los más variados aspectos alusivos a los pueblos de Iberoamérica...Bien fuera un estudio sobre las costumbres sexuales en Veracruz, o sobre los aspectos más desconocidos y anecdóticos de la vida como escritor de García Márquez, encontraban allí su acomodo...temas que los nuevos doctores explicaban a un público muy interesado...
Pero de todas las puestas en común, recuerdo como algo realmente entrañable aquella tarde en que un joven investigador vino a relatarnos sus experiencias mientras estudiaba en una recóndita aldeita andina los rituales de los chamanes Aimara, una de las entnias indígenas más importantes de la zona.
Una vez instalado en el modesto poblado, donde fue recibido con todo tipo de parabienes y una hospitalidad envidiable, al joven español le entraron ganas de aliviar sus tripas, y no se le ocurrió mejor cosa que preguntar dónde estaba el baño...para descubrir, tras la cara de sopresa que pusieron los nativos, que, en ese pueblo, todo el que tenía necesidad de expulsar sus excrementos se iba a una margen del camino, y de una manera de lo más discreta, cumplía con sus intestinos y vejiga...
Nuestro compatriota tomó buena nota, y en estas que se dirigió al camino con la sana intención de solventar sus problemas gástricos. Para ello eligió un lugar apartadito a un lado de la carretera, aunque la falta de lugares o vegetación tras los que poder esconderse con eficacia, todavía hacía parcialmente posible poder divisarle, si quien miraba lo hacía con perspicacia...
En esas estaba, cuando, nada más comenzar a soltar lastre, divisó a lo lejos a una persona del poblado que, siguiendo el camino, se dirigía, portando una pesada carga, en la misma dirección en la que él se encontraba. Aunque se puso algo nervioso, el doctorando español pensó que esa persona simplemente pasaría de largo y saludaría. Con lo que no contaba, pues nunca había vivido antes esa experiencia en parte alguna del mundo oocidental, donde tanta importancia concedemos a la defensa de los derechos personales a la intimidad y experimentamos un gran pudor , es que los Aimara priman ante todo el ser corteses con un invitado o un extranjero. Por ello, la situación vivida por nuestro compatriota fue de lo más vergonzosa para él, pero tan normal allí. Y es que, los nativos consideraban que era mayor insulto a la hospitalidad y el trato cortés no darle conversación al pobre españolito mientras éste hacía sus necesidades fisiológicas al borde del camino que pasar de largo para evitar situaciones tensas.
Y esa fue, desde entonces, la pauta que le tocó vivir a lo largo del tiempo que pasó en aquellos parajes hasta completar su investigación: los indios se paraban, en ocasiones varios individuos a un mismo tiempo aunque fueran muy cargados, a saludar cada vez que veían al español cerca de 'la zona' de autos, que al final más bien parecía acoger una improvisada romería en torno al desdichado antropólogo, cohibido en sus 'ganas de explayarse' y que ya no sabía donde meterse cada vez que necesitaba echarse al camino para hacer sus necesidades. Y es que...donde esté el amable trato y la gran educación de los Aimara ...lo cortés no quita lo valiente.
12 comentarios:
Impresionante cultura, de míticas reminiscencias. No sólo es interesante su realidad actual, sino su historia, sea ésta en versión ortodoxa o en versión novelada. ¿Has leído 'El Origen Perdido', de Matilde Asensi?
No, Ventimiglia...La verdad es que, aun reconociendo sus evidentes méritos, la Asensi no me 'pone' mucho como novelista histórica y de aventuras...
Te paso una crítica interesante sobre el libro citado
http://reginairae.blogcindario.com/2005/02/00075-el-origen-perdido-de-matilde-asensi.html
Los pobres Aimaras (o Aymaras) están en regresión respecto a glorias pasadas. Sólo son 1'5 millones, y radicalismos a lo Evo Morales, aunque supuestamente en defensa de sus derechos, no les beneficia en nada...si acaso incrementará en un futuro la discriminación por parte de los racistas criollos de toda la vida que querrán vengarse antes o después de la ola de panindigenismo que recorre ahora el subcontinente.
Eso sí, resulta fascinante comprobar la desbordante y variada riqueza cultural y antropológica que alberga la especie humana en tantos y tantos lugares del planeta...
A mí la Asensi me parece correcta. Con altibajos notables y, últimamente, entregada a los brazos felices de su editor (o sea, obras menos documentadas, menos elaboradas, pero con menor tiempo entre publicación y publicación, a mayor gloria de la cuenta bancaria).
Pero en el caso de 'El Origen Perdido', al margen de que pudiera incorporar subtramas, como indica la crítica que has puesto, lo cierto es que resulta una obra amena y -a lo que iba- capaz de atraer el interés de los profanos por los Aimaras. Ya sabes, en los tiempos que corren, no hay como fomentar el misterio de algo para que todos se fijen en ello.
Y qué pena que la vida sea tan corta (y escasa de vacaciones) que no nos permita observar in situ toda la variedad que integra. Y qué pena que en tantas zonas del Planeta no podamos observarla porque el peligro desaconseja hacerlo. Pero esta es otra historia...
Sabias y atinadas reflexiones, don Luis, que suscribo plenamente. La verdad es que ya hay pocas zonas del planeta en las que se puede 'ir al baño' tranquilo...vigila tu taza, pequeño!!! Esto se parece cada vez más a esa memorable escena de 'Arma Letal 3'...
Que gran diferencia con los "aliviaderos" japoneses :-D
Estoy con "D. Luis", que escasas vacaciones para disfrutar de tan grandioso planeta (bueno y la falta de liquidez también hace lo suyo...)
Saludos a los dos
Por cierto la enterior soy yo, que he firmado con mi nombre :-D
Yo eso de la intimidad excretora es un tema que llevo al terreno de lo más sagrado... con lo que seguimos en el ámbito de la escatología :-)
Esas costumbres de acomodarse a darle charla al defecante se acabarían rápidamente cuando una vez obrado de cuerpo (me encanta esa expresión) el susodicho acuda a agradecerle la compañía con un buen apretón de manos, obviamente con la mano lo más embadurnada posible en materia fecal.
Como supongo que el saludado, con la mano chorreante, mirará con estupor al saludante, nada como espetar un "ah, es que en mi casa jugamos así", cual si de una regla del parchís se tratara.
Claro, que por otra parte la culpa la tiene el explorador, que no se escondía lo suficiente. Vamos, en medio de la jungla me voy yo a cagar y nada de "en el borde del camino" lo más probable es que termine perdido de tanto adentrarme en la foresta buscando paz y tranquilidad para el orgánico alivio :-)
El problema, Antonio, es que en las desoladas cumbres andinas...¿dónde te escondes pa que nadie te vea, si allí tienen los autóctonos la zona más que trillada...a lo mejor te da por esconderte un huevo y acabas secuestrado por una guerrilla de las que por allí hay ctantas como chapiñones....
En cuanto a lo de tenderes la mano 'pringosilla', corres tú más riesgos que ellos, que no hay que olvidar que han estado acarreando, esquilando y ordeñando llamas y cosas por el estilo, limpiando la caca de sus corrales de pollos y conejillos de Indias o pelando mazorcas de panizo...y si encima han utilizado antes la técnica del Azarías pa que no se les agrieten las manos, ya ni te cuento....
No me estás animando mucho a hacer turismo por esa zona :-)
Antes vete a Cannes...y de paso me invitas...jejejje....
La verdad es que siempre he sido más de cannes que de peccaos :-)
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