jueves, 26 de noviembre de 2009

Toda mi vida he soñado con ser Stephen Cartwright






















































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































Todo lo bueno que pueda llegar a ser en la vida, se lo debo a mis padres; mis muchos defectos, en cambio, no son en absoluto achacables a ellos. Gracias a su generosidad, he gozado de una existencia plena y feliz, en la que nunca han faltado excelentes publicaciones de todo tipo con las que paliar en parte mis irrefrenables ansias literarias. Obras de todo tipo, que han ayudado decisivamente a definir y construir mi personalidad tal y como ahroa es. Mi deuda con mis padres es y será siempre eterna por ello. A lo largo de mi infancia y de mi adolescencia, pocas cosas había que me gustaran más que leer un buen libro o cómic, y si éste contenía ilustraciones de Stephen Cartwright, la dicha era insuperable. El ilustrador inglés nacido en Bolton, uno de los grandes creadores de todos los tiempos en el ámbito de las publicaciones para niños y adolescentes, alcanzó fama mundial a mediados de los años setenta del pasado siglo, trabajando casi desde el inicio de su carrera para la editorial Usborne, muy especializada en ese campo tan complicado...
Sus primeras obras, de las más de 150 diferentes que se publicaron en 55 países, y de un corte un poco más realista, pertenecían a la maravillosa seire 'Time Traveler', en la que un niño, dotado de un casco especial, podía conocer diversas culturas del pasado, como los vikingos, caballeros medievales o esos protagonistas de 'Roma y los romanos' que, aparte de constituir un delicioso recorrido por el diario quehacer del Imperio de los césares, fue su primer gran éxito artístico y de ventas... Aquí los editó Plesa, y no había forma de que me despegara de ellos... no sólo me entretenían y me hacían aprender, sino que, por aquel entonces yo ya había decidido que quería ser y dibujar como él, y hacía mis pinitos imitando, penosamente, su característico estilo. Por eso, cuando alguien veía mis dibujos de entonces y me soltaba eso tan recurrente de "¡qué bien hecho! ¿De verdad lo has hecho tú?"... me daban ganas de sacar a esa persona de su error y reivindicar la figura del gran referente, aunque me temo que hubiera sido en vano.
Poco después, la vida de Cartwright habría de cambiar de manera definitiva gracias al olfato de un editor australiano que sugirió a la familia Usborne emplear a Stephen como ilustrador de una serie de libros dedicados a enseñar a los niños vocabulario en diferentes lenguas, que van desde el polaco o el latín hasta el esperanto, pasando por el español, japonés o chino. Esta mayor especialización en los más pequeños llevó al artista a cambiar progresivamente su estilo, su empleo del color, su manera de reflejar los personajes, alcanzando una maestría única que aplicó también con gran éxito a los cuentos clásicos, los relatos modernos o la mitología griega, destacando dos de sus realizaciones más increíbles, en las que reflejaba las aventuras de Hércules y el Ulises homérico, que tanto me afanaba yo en imitar, como bien demuestran todavía algunos dibujos de la casa de playa familiar en La Ribera.
Merece mucho la pena pararse y pinchar por un momento en cada una de las ilustraciones de este post, admirar la colosal explosión de creatividad, humor, cariño y humanidad que brota de ellas... Puro estilo de un autor maravilloso y excepcional, una celebridad que era al tiempo disfrutón de la vida, amable, divertido, irónico y caballeroso según quienes tuvieron la dicha de tratarlo, y que vio truncada su gran trayectoria en 2004 con apenas 56 años tras su fallecimiento motivado por varias crisis cardíacas cercanas en el tiempo, dejando esposa y dos hijos (para el sentido obituario de su jefe y amigo Peter Usborne, publicado en la prensa, pinchad aquí...) http://www.usborneonline.com/cartwrightobit.htm. Todavía hoy me doy con un canto en los dientes cuando descubro o contemplo extasiado algunas de sus pequeñas obras de arte, destinadas a un público tan exigente y sincero como siempre es el infantil. Gracias por hacerme soñar, en la más amplia acepción del término, a través de tu inagotable talento...