miércoles, 9 de septiembre de 2009

Oliveras "por el mundo"... Usted sí que es formidable...












































Ahora que todas las televisiones rompen registros de audiencias gracias a la fórmula tan cacareada de cotillearnos cómo trata la vida a sus autonómicos o nacionales paisanos más allá de nuestras fronteras, no está de más recordar que este exitoso formato que genera tanta controversia, alcanzó su mayoría de edad hace unos años en Telemadrid, donde batió récords su ‘Madrileños por el mundo’ y, a continuación, y siguiendo la estela de la fenomenal cadena autonómica, quien se apuntó al carro, presuntamente de manera oportunista, fue RTVE, recibiendo acusaciones de plagio indisimulado por su réplica nada original ni siquiera en el título, ‘Españoles en el mundo’. Polémica a la que le puso fin de manera tan certera como irrebatible la directora de programas del ente público, Eva Cebrián, al recordar que los antecedentes de este formato son aquellos viajes reportajeados con los que enganchaba a la audiencia el grandioso e irrepetible Alberto Oliveras allá por los primeros años ochenta en su maravilloso programa ‘En tierras lejanas’, fórmula que copiaría muchos años después el 'Españoles en el mundo' correctamente presentado por Miguel Ángel Tobías, aunque sin un ápice de la magia y encanto que otorga el maestro Oliveras a todo aquello que pasa por sus manos.

Y es que no sorprende nada que en este país tan dado a arrinconar y ningunear a los que de verdad crean o inventan algo que merezca la pena, bien distinto, llamado al éxito, la figura de Alberto Oliveras haya perdido el lustre del que gozó en tiempos no tan lejanos. Me parece realmente injusto que un Jesús Hermida o un José María íñigo cualquiera gocen en la memoria colectiva de una mayor presencia que este genial comunicador barcelonés influenciado y cultivado por lo mejor de la cultura parisina de mediados del pasado siglo, que con ‘En tierras lejanas’ y su segunda parte, titulada ‘La aventura humana’, nos mostró cómo era la vida de aquellos españoles singulares que, por los más diversos motivos, habían abandonado su país en busca de otros horizontes vitales, no pocos de ellos acuciados por la necesidad, tanto económica como incluso espiritual.

Entre los programas de Oliveras que más impacto cosechó a nivel popular permanece en el recuerdo aquel dedicado a un antiguo misionero español afincado en la India y dedicado a luchar por que los más pobres y marginados pudieran soñar con algo parecido a un futuro, a una esperanza… El entonces desconocido buen samaritano que el gran Alberto nos descubría a todos los españoles tenía un nombre difícil de olvidar: Vicente Ferrer… tal fue la empatía que surgió entre reportero y entrevistado, que años más tarde Ferrer eligió a Oliveras como el autor que habría de contar su vida en un libro que fue todo un éxito… 'Vicente Ferrer. La revolución silenciosa'.
Como ‘En tierras lejanas’, que se convirtió en cita imprescindible en aquellos años en que el color había llegado a la televisión hacía apenas dos o tres años, y la cadena y media que era entonces TVE emitía desde la una de la tarde hasta la medianoche, y punto…

Oliveras consiguió un éxito arrollador con su siguiente programa… ‘Verdad o mentira’… divertido concursillo de inolvidable sintonía que animaba las tardes de sábado, en el que los concursantes tenían que mojarse y decidir si las cosas que contaba sobre su vida un personaje famoso… en caso de duda, se tenía la posibilidad de emplear hasta dos comodines para responder… todo ello aliñado por el gracejo natural y la mirada socarrona y absolutamente despistadora de Oliveras, que ya hubiera querido para sí Carlos Sobera en sus mejores tiempos. De ese programa es la famosa afirmación de Camilo José Cela de que era capaz de absorber por el ano varios litros de agua en una palangana... (cierto) o que podía domesticar a langostas simplemente acariciándolas sobre el caparazón (falso, falso...), entre otras lindezas...


Casado con una francesa, directora de la revista de modas 'Gap', montó con Jacques Antoine, su socio francés, un 'despacho de ideas' del que surgieron algunas de las propuestas más exitosas en programas e iniciativas de comunicación, insoiradas a veces en formatos que funcionaban en el país vecino y que el incansable tándem mejoraba y adaptaba a la idiosincrasia española... Escritor, editor de revistas y publicaciones, promotor de actividades culturales, guionista... y hombre de radio nato... Oliveras arrasó en los años sesenta y setenta con su 'Ustedes son formidables' de la SER, donde, tras entrar a todo trapo con la sintonía del programa por cortesía de Dvorak y 'Sinfonía del Nuevo Mundo' http://www.youtube.com/watch?v=vXPGnXDLAes , su personalísima voz labró de 1960 a 1977 algunas de las más memorables páginas de la radiodifusión española y le hizo merecedor de innumerables premios (entre ellos, el Nacional de Radio y cuatro Ondas) y reconocimientos populares... Su coherencia y su prurito profesional le llevó a criticar la casa en la que trabajaba en pleno dislate felipista, lo que le propició en 1989 su despido de RNE http://www.elpais.com/articulo/radio/television/OLIVERAS/_ALBERTO_/PERIODISTA_RADIO/REVERTER/_ARTURO/SOPENA/_ENRIC/ESPAnA/RADIO_NACIONAL_DE_ESPAnA/TELEVISIoN_ESPAnOLA_/RTVE/elpepirtv/19890215elpepirtv_4/Tes/ (OJO AL AUTOR DEL ARTÍCULO, el todopoderoso Mr Contreras, hoy consejero delegado de LA SEXTA, NI MÁS NI MENOS...)en la que imponía su ley ese personaje con mando en plaza llamado Enric Sopena , hoy popularizado en casposas tertulias pseudopolíticas como uno de los adalides del supuesto progresismo... y que, en mi humilde opinión, no le llegará nunca a don Alberto ni al talón en lo profesional...

Por eso, cuando veo en la tele alguno de estos programas que nos presentan a los compatriotas por estos mundos de Dios, me resulta inevitable el evocar a ese gran maestro que es Alberto Oliveras, que ahora disfruta de un bien merecido descanso en su casa de Mallorca, y seguramente, al visionar alguno de ellos, será consciente de cómo ha proliferado aquella semilla que plantó hace casi treinta años y seguramente parafraseará a Churchill con aquello de... "nunca tantos debieron tanto a tan pocos"... USTED SÍ QUE ES FORMIDABLE!!!


(*) EPÍLOGO: El bueno y admirable de Alberto Oliveras nos dejó el 13 de ocutbre de 2010, a los 80 años de edad... Como era de esperar, en su adorado París... ¡Hasta siempre, maestro!

martes, 8 de septiembre de 2009

¡SOBACHKOI!


































































































































































Mucho más que una preciosa y romántica melodía compuesta por ese genio que era el gran Francis Lai, más que una agradable (aunque no exenta de polémicas y críticas) adaptación de 'La dama del perrito' y de otros cinco cuentos de Anton Chejov, más allá de un melodrama amoroso a medio camino entre la comedia de inspiración felliniana y el elegante refinamiento viscontiano, 'Ojos negros' es una magistral y emotiva reflexión sobre la condición humana, el verdadero sentido de la vida, de las consecuencias que acarrea dejarse llevar por los sentimientos en un mundo dominado por el materialismo y las convenciones sociales...

Es, además, la obra maestra con la que el buen actor y bastante mejor realizador ruso Nikita Mikhalkov se dio a conocer (por la puerta grande) al mundo, a un sorprendido y fascinado público occidental en el Festival de Cannes de 1987, cuando aún existía el Telón de Acero y todo el cine soviético era sinónimo de infumable ladrillo sesudo al estilo de Andrei Tarkovski, y además repleto de una empachosa carga ideológica plegada siempre al inmisericorde ojo del censor...
Al son de una de las melodías más bellamente plasmadas en una pantalla, y con una fotografía y un vesturio tan sugerente que evoca a esa burguesía levantina de finales del siglo XIX y principios del XX retratada por Sorolla en sus cuadros, Mikhalkov nos seduce más que el canto de las sirenas con una historia cuyo comienzo nada tiene que ver con su impactante, demoledor e inesperado final....
La acción comienza cuando, al contrario de lo que suele ser habitual, el camarero de un barco de adinerados pasajeros le cuenta, entre cigarrillo y cigarrillo, la azarosa historia de su vida, terriblemente marcada por el amor, a Pavel, uno de los acaudalados viajeros, de origen ruso, los motivos por los que un hombre como él, antaño rico y respetado en su Italia natal, ha terminado como mesero al servicio de los turistas por un mísero sueldo...
Romano Patroni, que así se llama el personaje maravillosamente interpretado por Marcello Mastronianni en la cúspide de su madurez artística, ha conocido antaño épocas mucho mejores. Arquitecto de orígenes humildes y cierto talento, en lo que es un auténtico fenómeno es en engatusar y seducir a las mujeres. Gracias a esa innata habilidad, pudo casarse con la Elisa, una mujer rica de aristocráticos orígenes y muy atractiva (deliciosa Silvana Mangano) que soporta estoicamente las públicas infidelidades de su marido, incluso cuando éste toma como amante a Lina (Marthe Keller) , una de las mujeres de su círculo social más íntimo.... aunque, como compensación y porque tampoco es tonta, no le suelta más dinero de la cuenta a su marido, al que tiene atado económicamente a sus faldas.
Pero el seductor empedernido que es Romano va a encontrar la horma de su zapato donde menos se lo espera. En un caro y exclusivo balneario donde suele acudir a perpetrar sus adulterios, conoce a la joven Anna Sergeyevna, una distinguida y bellísima rusa, cuya proverbial timidez sólo es superada por la magia que desprende su melancólica mirada... sólo el perrito blanco que inseparablemente la acompaña parece ofrecer consuelo a la distante y enigmática dama, de la que el casanova italiano, hasta entonces inmune al hechizo de las mujeres, cae rendido a sus pies como un adolescente enamorado. Son tales las maniobras de seducción que emplea y resulta tan evidente su pasión, que la joven termina por ceder a los impulsos amorosos del ardiente Romano y le concede sus favores.
Es así como Romano descubre, a su pesar, que la reina de su corazón está casada nada menos que con el gobernador de la remota Sisoiev, y que es terriblemente infeliz en su matrimonio, a decir de lo que cuenta. El italiano vive una segunda juventud junto a Anna, provocando delirantes escenas que le espectador agradece, como cuando el enamorado se arroja a la piscina de caliente barro termal para recuperar el sombrero de su amada, por no citar las mil y una anécdotas propiciadas por el travieso y escuchiminizado can de su amada, Sobachkoi, (precisamente, "perrito", en lengua rusa)... por cuyo bienestar se desvive el bueno de Romano, sabedor de que la mejor manera de estar a buenas con Anna es tener contento a su omnipresente mascota.... De hecho, cualquier espectador del filme no podrá olvidar en su vida el nombre de Sabachkoi (pronunciese "Sabaska"), hasta el extremo que hay quien ha bautizado así a su mascota canina.
Pero todo tiene un final, casi siempre triste, y cuando la Sergeyevna tiene que retornar a casa, Romano decide jugarse el todo por el todo, y poniendo en juego lo que hasta entonces ha sido una cómoda existencia burguesa como mantenido de una mujer rica, decide romper con todo y se marcha a Rusia para intentar reunirse con Anna en la ciudad donde ésta vive. Comienza así un periplo tan entrañable como esperpéntico, por la Rusia zarista de finales del XIX, tan idílica como costumbrista, y que despertó una oleada de críticas y de inmensa frialdad por parte de las autoridades e intelectuales soviéticos de entonces, incapaces de aceptar las bondades de la vieja Madre Rusia, de sus gentes e instituciones aniquiladas y borradas de la faz de la tierra para siempre por la tiranía bolchevique...
Romano se presenta en Rusia alegando ser el fabricante de un cristal innovador y con mucho futuro. Mientras trapichea con las autoridades en busca de recursos económicos que le permitan vivir feliz con Anna, experimenta mil y una peripecias, que, tristemente, no logran su objetivo, por lo que la pareja no puede revivir aquellos momentos maravillosos de amor disfrutados en el balneario. A Romano, arruinado y derrotado, no le queda sino volver a su casa Italia, en busca del consuelo y la protección que siempre le ha ofrecido su indulgente esposa, no sin antes prometerle a Anna que volverá a por ella en cuanto reúna el dinero necesario.... Pero nada sucede como lo tiene planeado. Su mujer Elisa está enferma y poco predispuesta a perdonarle una humillación como la propinada, y aún peor, su familia se ha arruinado y ya no queda dinero en la caja para sostener a un ocioso como Romano, que, de la noche a la mañana, se encuentra tirado solo en la calle, sin oficio ni beneficio, y, lo que resulta aún más lacerante, sin la única mujer de la que se enamoró en toda su vida, con la que le resulta imposible volver a reunirse....
Es así como el maduro italiano, hecho un guiñapo en comparación con su pasado esplendor, ha acabado trabajando de camarero, y gracias, para aquellos ricos turistas burgueses de los que él mismo formó parte no hace tanto tiempo. Conmovido ante lo escuchado, Pavel también le cuenta una historia, su bonita historia personal recompensada por el amor verdadero, haciéndole ver al chuchurrío camarero que mientras se vive aún queda esperanza y posibilidades de remontar el vuelo.... Dicho esto, se despide de Romano y sale a cubierta a reunirse con la bella mujer que le ha devuelto las ganas de vivir y la fe en el futuro... y es entonces cuando, emocionado por el antológico final pergeñado por Mikhalkov y sus guionistas, el público descubre que todo lo relatado por Romano no eran ensoñaciones de un hombre fantasioso, sino que se correspondían exactamente con la verdad verdad, sino que la vida puede resultar tan maravillosa como extremadamente cruel e hija de puta, a partes iguales... http://www.youtube.com/watch?v=58rQlmFiiSY
Resulta imposible ver esta película sin enamorarse perdidamente de esa belleza que era Yelena Sofonova (de ahí que su foto abra y cierre el post), y sin rendirse a la grandiosa actuación de Mastroianni, nominado al oscar ese año y premiado en Cannes como mejor actor... y me sigue llamando mucho la atención el hecho de que sea en España el único país en el que se ha cambiado el cartel original de la película por otro que es una copia mucho más burda y zafia....
Este post va dedicado a mi Anna Sergeyevna particular, con quien espero disfrutar cuanto antes de esa maravillosa experiencia para el corazón y los sentidos que es 'Ojos negros'.... y gritar juntos "¡SOBACHKOI!"

jueves, 3 de septiembre de 2009

100 años de gloriosos sueños entre nubes y vientos


































































Justo a las 17 horas de mañana, 5 de septiembre, se cumple el centenario del primer vuelo tripulado con motor acontecido en nuestro país. Un siglo de gloriosos sueños, aventuras y sentimientos, experimentado en ese etéreo e inabarcable espacio que configura el reino de las nubes y los vientos, la patria de truenos y relámpagos, las anchas autopistas de difusos carriles por las que transitan las aves... Una proeza obra del corajudo valenciano Juan Olivert Serra, estudiante de Ingeniería Industrial natural de Cullera, quien, de manera algo inesperada sobre lo planeado, tal día como hoy sobrevoló hace cien años poco más de 50 metros del campo de Paterna en Valencia, en 60 segundos que debieron parecerle interminables.


Corría el año de 1909 y en Valencia se estaba celebrando la gran Exposición Regional organizada por el Ateneo Mercantil, en la que ese invento entonces recientísmo que era la aviación (el 'Kitty Hawk' o 'Flyer I' de los hermanos Orville y Wilbur Wright había protagonizado el primer vuelo a motor tripulado de la historia en diciembre de 1903) estaba designado para desempeñar un papel relevante. A tal fin, sus promotores solicitaron la colaboración de Juan Olivert y de Enrique Sanchis Tarazona, los cuales estaban diseñando y terminando sus propios aeroplanos para tan suculenta ocasión. El aeroplano de Olivert se expuso en el Palacio de Industrias aunque sin motor y sin hélice, donde fue visitado por el rey Alfonso XIII, quien, en su visita inaugural, conversó un buen rato con el aviador en ciernes recibiendo explicaciones sobre el aparato, de la misma manera que unos meses antes las recibiera de Willbur Wright sobre su 'Flyer', en el aeródromo francés de Pau, prometiendo a Olivert patrocinio económico para sus proyecto. Debido a ésta y otras gestiones, el motor y la hélice del aparato fueron financiados posteriormente por el Ayuntamiento de Valencia, con una ayuda económica de 25.000 pesetas!!! (un capitalazo para la época).


A lo largo de ese tórrido verano de 1909 se buscaron espacios en los alrededores de Valencia para el despegue, eligiendo finalmente la amplia explanada situada a las espaldas del Cuartel de Artillería de Paterna, campo de instrucción del Regimiento de Artillería número 11, contando siempre con un apoyo entusiasta de los militares (ese mismo 25 julio, el osado francés que era Louis Blériot había cruzado en 37 minutos el Canal de la Mancha a bordo de un monoplano Blériot XI, ganando las 1.000 libras ofrecidas a quien realizara tal hazaña por el Daily Mail, desatando la locura en su país y el resto del mundo por la aviación y los diferentes récords que podían conseguirse en aquellos emocionantes inicios). A la conclusión del mes de agosto, el aeroplano de Olivert fue desmontado de los locales de la Exposición y trasladado a Paterna.


Ese 5 de septiembre acudieron al debutante campo de vuelo unas 4.000 personas, espectadores de excepción de tan histórico acontecimiento, el primero en la gloriosa aventura aeronáutica que todavía hoy tiene en España a una de sus grandes protagonistas. El aeroplano recorrió sus 50 metros de manera recta y estable, controlado y dirigido por el piloto en todo momento. De apenas 200 kg de peso en vacío y el doble en el despegue, el artefacto alado era un biplano diseñado por el ingeniero Gaspar Brunet i Viadera, profesor de Olivert en la Universidad, inspirado en los producidos con gran éxito por Voisin y Curtiss, y era la perfecta simbiosis de los conocimientos y experiencias acumulados hasta entonces por los dos pioneros españoles.

Realizado en los talleres Rosell y Vialta de Barcelona, a costa de buena parte del patrimonio familiar de quien habría de ser su piloto, el 'Olivert-Brunet' estaba constituido por dos vigas longitudinales de madera de fresno arriostradas por diagonales de acero, las alas tenían una envergadura de 10'30 metros y 1'80 de cuerda revestidas con tela de algodón. El motor era un Anzani de 25 cv (el mismo que el del exitoso Blériot XI) y tres cilindros, y la hélice de la casa Chauviére de 2'25 metros de diámetro.

Según parece, el verdadero motivo del primer vuelo de nuestra historia aeronáutica respondió en realidad al deseo de algún o algunos concejales valencianos de que el vuelo de Paterna constituyera un festejo más de la clausura de la Exposición Regional, para lo cual se esperaba que 'El Volaoret' (apodo con el que rebautizaron sus paisanos de Cullera a Olivert, al que su bigotazo le daba un aire de más edad a sus 22 tiernos años) contribuyera con su aparato a toda una exhibición aérea, despegando de Paterna y dirigiéndose a la Exposición, ubicada entonces en las inmediaciones de lo que hoy es el Estadio de Mestalla.
Una vez que sobrevolara la muestra, lo previsto era que realizara una exhibición aérea para epatar al público con sus maniobras antes de aterrizar en las playas próximas.
Pero la cruda realidad se encargó de trastocar estos supuestos planes del avispado edil, si es que alguna vez se formularon, ya que fue mientras probaba el motor de su aeroplano, que el empuje que proporcionaba en tierra, las ganas de dispersar al gentío concentrado alrededor suyo, un error de cálculo, la emoción del momento o todo junto, le hicieron dar más gas del necesario y el aeroplano se despegó del suelo y voló, a unos escasos decímetros de altura, del orden de cincuenta metros. La falta de terreno hacia adelante y el movimiento desordenado del público asistente le llevaron a cortar el encendido del motor, al mismo tiempo que iniciaba el viraje, con lo que inmediatamente volvió el contacto de las ruedas con tierra.
Debido a la improvisado y agreste del terreno, el aeroplano cayó en una zanja, se produjo la rotura de la ballesta y de la débil rueda izquierda, no pudiéndose continuar la experiencia. Aunque se pensó en reparar el avión, unas fuertes ráfagas de viento terminaron de destrozar poco después su débil estructura en el cobertizo donde había sido depositado. Vuelo chapucero, poco vistoso y a una altura ridícula el de Olivert, pero vuelo al fin y al cabo, como ratificaron los testigos y una eufórica prensa local por unanimidad. Según contaban los presentes, el valiente aviador lució para la ocasión cazadora de dril, pantalón, polainas de cuero y gorra tipo marina.
Cien años han pasado ya desde entonces, como bien conmemora el maravilloso sello puesto hoy en circulación por Correos con el valor de 32 céntimos de euro, en el que se reproduce de manera estilizada el biplano con el que Olivert (sin su característica gorra marinera en la ilustración del sello) realizó su breve pero significativa hazaña. Asimismo, los Príncipes de Asturias, un día y un poquito antes de lo que sería el perfecto centenario (es decir, a las 13:30 horas de hoy, día 4) descubrirán esta tarde en Paterna una placa conmemorativa del acontecimiento, en una rotonda donde previamente se habrán instalado un caza Mirage F-1 cedido por el Ejército del Aire y una de las dos réplicas recientemente construídas en España, y con capacidad de vuelo, del Blériot XI, modelo que protagonizó las primeras gestas de la historia de la aviación, aunque no tenga mucho que ver directamente con lo realizado por el bueno de Olivert aquella memorable jornada.
La razón oficial de esta elección es que del mítico biplano Olivert-Brunet ya existen en la actualidad dos replicas: una en el Museo Príncipe Felipe de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia y la otra está ubicada en el Museo del Aire de Cuatro Vientos en Madrid.
Otra de las réplicas, estupenda (la de la foto siete), del Blériot XI, es la realizada en Cataluña para conmemorar en febrero de 2010 el que hasta fechas recientes fue considerado inicialmente por buena parte de historiadores aeronáuticos el primer vuelo propiamente dicho en cielos de nuestro país. El 11 de febrero de 1910, el francés, natural de Bourges, Julien Mamet, profesor de la citada escuela de Pau, a los mandos de un Blériot XI propiedad del uruguayo José García Comes, sobrevoló (curiosamente despegó a las 16:59 horas, tan sólo un minuto después de la hora elegida por Olivert... yes que parece que para los españoles, por la tarde todo tiene que suceder a partir de las cinco: apertura de los comercios, toros, cine, fútbol...) durante un buen rato Barcelona, empleando como aeródromo el hipódromo de Casa Antúnez, acción que repitió días más tarde, el 17 del mismo mes. Vuelos que fueron plasmados en imágenes por la prensa local. Como no exitían pruebas fotográficas del 'saltito' de Olivert en tierras valencianas meses atrás, ni tampoco Mamet tenía conocimiento en ese momento de lo sucedido en Paterna un año antes, el francés se autoproclamó como el primero en pilotar un aeroplano en nuestro país, reclamación que fue secundada por no pocas mentes pensantes relacionadas con el sector y buena parte de los medios y autoridades catalanas, hasta que finalmente las pruebas y testimonios aportados les hicieron rendirse a la evidencia y conceder ese honor al piloto de Cullera.
El 23 y 26 de marzo el obstinado galo realizó los primeros vuelos sobre Madrid, empleando como aérodromo un improvisado campo de aterrizaje instalado en la Ciudad Lineal. Otro francés, Stoeckel, y también en un Blériot XI, volaba también ese 26 de marzo de 2010 sobre la capital, destrozando su aparato al aterrizar en el campo de Chamartín preparado a tal efecto. El 28 de junio, en su gira por tierras españolas para promocionar la aviación, Mamet visitaba Mallorca, despegando del hipódromo próximo a Pont d'Inca, donde destrozaba poco después su avión en un accidente sin más consecuencias para quien llegaría a convertirse en unos de los más destacados protagonistas de la historia aeronáutica de comienzos del siglo pasado... Primeros y torpones pasitos de lo que llegaría a ser una rauda y apasionante carrera que, entre sus hitos, incluso lograría llevar a un español hasta el Espacio... pero eso, como dijo mi admirado e idolatrado Kipling, ya es otra historia....

martes, 1 de septiembre de 2009

El Museo Kelvingrove o la Perfecta Wunderkammer























































































































































































































































































































































































No es de extrañar que, tras el castillo de Edimburgo, el Museo y Galería de Arte de Kelvingrove en Glasgow sea el segundo lugar más visitado de toda Escocia, concitando el interés de más de un millón de personas anualmente, y la institución museística de más éxito en el conjunto del Reino Unido exceptuando las que tienen su sede en Londres. En su ordenado y diáfano interior es posible encontrar todo tipo de maravillas relacionadas con todas las disciplinas artísticas, la historia, la cultura, la vida animal y mineral, la evolución, los tesoros de la paleontología, los conflictos sociales e ideológicos, la pedagogía intelectual para los más jóvenes con un impresionante espíritu lúdico tal y cómo nunca se ha ejercido (y me temo que jamás se ejercerá) en nuestro país, en un mágico viaje que transporta a un público de todas las edades a través de un fascinante periplo que recorre desde la formación de las primeras estructuras rocosas de nuestro planeta y la era de los dinosaurios hasta el subyugante (y desconocidísimo por estos lares) arte modernista victoriano, tanto el británico como el puramente escocés, del que Glasgow, entonces segunda capital del imperio tras la inalcanzable Londres, constituía una envidiable metrópoli en la que el mecenazgo a cargo de su rica clase empresarial iba de la mano del buen gusto, el refinamiento y la valiente osadía de los artistas llamados a romper con el pasado más ortodoxo en formas y ambiciones.

No es de extrañar que la joya de la corona de esta bendita casa del saber y la creatividad genial, concebida desde un inicio para arrebatar a quien recorre sus salas, para epatar con sus irrepetibles colecciones de armas del siglo XVIII, su esclarecedor discurso expositivo (que engancha sin apabullar ni empachar) o su cautivadora, por lo variopinta y sorprendente, colección pictórica, sea un cuadro del también inabarcable DALÍ... el conocidísimo 'Cristo de San Juan de la Cruz' que sí, está colgado aquí, cerca de un espléndido lienzo de Lavery en el que se representa la visita de la reina Victoria a la ciudad en 1888, y no muy lejos de la estatua de mi admiradísimo Robert Louis Stevenson, junto al que el cronista posa en un vano intento de recabar algunos de sus inagotables talentos aunque sólo sea por imitar, malamente, su gallarda postura...

Junto a la maravilla daliniana, los mejores representantes de los Glasgow Boys, fascinante escuela pitórica que extrae lo mejor del modernismo y el impresionismo, como en ese colorido brincar de vitales niñas pelirrojas que es 'La danza de Primavera' del siempre refinado E. A. Hortel, o la delicada belleza que rezuman 'Las muchachitas' de Mary Cassatt, ataviadas con sus blancos vestidos tan afines a aquellos que reflejaba en sus obras maestras nuestro Sorolla. Y qúe decir tiene de esa enigmática dama entre pieles atribuida al Greco, el retrato de Alexander Reid obra de nuestro viejo amigo Vincent el Desorejado, las travesuras de esa rubensiana Madre Naturaleza en compañía de unas Tres Gracias tan pizpiretas e inseparables como las rubicundas trillizas porteñas que acompañaban a Julio Iglesias hace ahora una eternidad, el sobrecogedor aire de los desposeídos por el inglés implacablemente abusivo y poderoso en 'The Last of the Clan' de Thomas Faed, o la peculiar y original visión de 'La Anunciación' sugerida por Botticelli...

Obras maestras repartidas aquí y allá en la segunda planta de esta meca de la belleza construida a finales del XIX e inaugurado en 1901, en los estertores del largo reinado victoriano, con la intención de promover la disfunción de la cultura y las artes sobre el mismo solar de la exitosa Exposición Internacional de 1888, conformando un edificio imponente, práctico y no exento de encanto que alberga más de 8.000 piezas de primera magnitud. Reformado hace apenas tres años (y vaya si se nota, para bien), cuenta con una planta semisótano dedicada a grandes exposiciones temporales, generalmente de pago (actualmente está en marcha una bastante espectacular dedicada a ese peculiar y longevo clásico de la televisión anglosajona que es 'Doctor Who'). El acceso al resto de dependencias del museo que, como el precioso e inmenso parque aledaño, rinde homenaje con su nombre al notable físico y matemático irlandés William Thomson, más conocido como Lord Kelvin, es gratis total.

Y si la segunda planta exhibe miles de piezas increíbles y únicas, entre las que no faltan tanto momias y sarcófagos egipicos con todo su ajuar funerario como retazos fabulosos del pasado escocés en forma de impresionantes armas y restos arqueológicos vikingos o neolíticos de la cultura del vaso campaniforme, entre otros, o las figuras a tamaño real de esos seis duelistas elaborados con alambre de acero por el artista local Andy Scott, que empuñan sus armas en idéntica posición a las que adoptaban los espadachines de carne y hueso. O esa armadura milanesa de 1440, una de las mejores en su género en toda Europa, en cuya coraza constan las firmas de los tres maestros artesanos que tuvieron que emplearse a fondo para su realización... Un piso superior unido con la planta baja gracias a las 95 increíbles cabezas flotantes de resina elaboradas por Sophie Cave que recogen todas y cada una de las expresiones faciales humanas, que tan remotamente recuerdan a la inquietante obra de mi paisano Lidó Rico.

Precisamente, la planta baja parece diseñada por y para enganchar irremisiblemente a los niños, y en ello desempeñan un papel esencial los múltiples animales disecados y en forma de fósil o esqueletos que colman sus salas, ordenados, además por categorías de la más diversa naturaleza. Si espectacular resulta el molar de un mamut o el esqueleto del sanguinario Ceratops jurásico, tan similar a los hoy populares velocirraptors, a mí hubo dos que me cautivaron especialmente, pues eran imágenes que tenía guardadas en la memoria desde la niñez, como el ictiosaurio fosilizado que inspiró a Julio Verne algunas de los mejores pasajes de su 'Viaje al centro de la Tierra', o el inmenso ciervo gigante de Irlanda, tristemente extinguido por aquellos mismos cazadores con los que convivió hace apenas 10.000 años. Impresionante resulta también ese capítulo, el de las especies desparecideas por la incuria, la insensible atrocidad y la impiedad de los humanos, como el alca gigante del Ártico, la paloma migradora estadounidense o el simpático y rechoncho dodo de las islas Mauricio...

Y todo ello bajo a la sombra de un soberbio caza Supermarine Spitfire MK XXI de 1944 puesto en vuelo por el 602 Escuadrón de la RAF (el City of Glasgow, como no podía ser menos) y fenomenlamente reconstruido tras accidentarse en 1949, bajo cuyas alas se cobijan entre otros, el elefante Sir Roger, popular paquidermo de origen indio y estrella del zoo de la ciudad, hoy prueba de las auténticas filigranas a las que pueden llegar los taxidermistas... o la impactante osamenta del Barón de Buchlyvie, un inagotable caballo de la raza Clydesdale vencedor en innumerables carreras y vendido en 1911 por la entonces casi inalcanzable cifra de 9.500 libras esterlinas, o también el impresionante cangrejo real japonés (el más grande conocido) o incluso la inolvidable polilla de la muerte que tanto protagonismo alcanzó, muy a su pesar, en 'El silencio de los corderos'. Todo ello, aderezado con los impresionantes diseños modernistas de Charles Rennie Mackintosh http://www.crmsociety.com/default.aspx, conforma, en mi modesta opinión, el paradigma contemporáneo de esa genial invención que fueron las antiguas wunderkammern, aquellos deslumbrantes gabinetes de curiosidades hoy felizmente revividos por todo lo alto a las orillas del proceloso río Clyde.

Este post está dedicado a todas y cada una de las maravillas acogidas en las salas y pasillos del Museo y Galería de Arte Kelvingrove y, como no podía ser menos, a mi querida y admirada Wunderkammer, seguro de que en tan gloriosas estancias sería feliz a rabiar...