"¡Jo, tía, Nube! ¡Saeendy está por mí!"

En septiembre de 2001, Antena 3 comenzó a emitir un 'reallity show' que habría de hacer historia en la televisión de nuestro país, y creo que recordarlo no estaría de más para quitarnos un poco la tristeza por la reciente muerte del tío 'Chuck' (que así es como conocían cariñosamente a Charlton Heston en USAlandia). Efectivamente, mis memoriados lectores, se trata de 'Confianza ciega', el tórrido via crucis para parejas presentado por la lianta de Francine Gálvez, en el que tres parejas recluidas en un hotelito de lujo en El Algarve portugués veían puesta a prueba su fidelidad por las tentaciones a los que eran sometidos ellos y ellas por sendos pelotones de 6 seductores y 6 seductoras, entre los/las que destacaban el cubano Saeendy, el madrileño Óscar, la danesa Helena y la barcelonesa Susana.

Las tres pobres parejas que se sometieron a tan arduo experimento fueron las integradas por los andaluces Nube y Rafa (a priori la más sólida a los ojos de la audiencia), los aragoneses Israel y Carolina, y los navarricos Jon y Mónica (esta última cantante aficionada que terminó poco después como artista ocasional en varios canales locales de Madrid). La pareja navarra sustituyó a una primera que apenas duró dos días, debido a las tensiones y celos provocados en el chico por la mecánica del concurso.

El programa, considerado muy trasgresor en su día (hoy parecería hasta ñoño después de ver cómo han evolucionado los imitadores que vinieron a rueda), enganchó pronto a la audiencia. Dividido en 13 capítulos que habían sido grabados durante el verano, y sabiamente montados para mantener en vilo al público, 'Confianza ciega' hizo historia en la televisión de nuestro país por ser el primer programa de estas características tras el que se celebraba un debate comentando las imágenes que se acaban de emitir, algo que hoy nos parece muy común y no falta en cualquier 'reallity' que se precie.

El encargado de dirigir el cotarro fue Juan Ramón Lucas, hasta entonces un respetado presentador de informativos fichado a la competencia (Telecinco), y responsable de moderar las intervenciones de unos tertulianos entre los que estaban preclaras mentes de la talla de Alberto Comesaña, Ramoncín, Teresa Viejo, Juan y Medio y Lidia Lozano (que debutaba en estas lides en las que ahora se mueve como pez en el agua...otro de los hitos televisivos del programa!!).

Pero, si por algo pasó 'Confianza ciega' al imaginario colectivo de los televidentes de nuestro país fue cuando la ingenua de Carolina, más inocente que un corderillo de tres semanas de edad, se escondió en su habitación junto a su amiga Nube en busca de intimidad (de la que carecían gracias a los micrófonos ocultos instalados por la organización) para revelarle aquel secreto que hacía tambalearse su sólida relación con Israel (que, por otra parte, entonces se dejaba querer en el jacuzzi por la rubia y bellísima Helena...), y que quedó para la posteridad como una frase que aún retumba en los oídos de todos nosotros: "¡Jo, tía, Nube! ¡Saeendy está por mí!"

Como era de esperar, el "¡Jo, tía!..." de Carolina hizo furor entre muchas adolescentes españolas que lo hicieron su muletilla habitual a partir de entonces...

Pese a los intentos manipuladores de Francine, el programa tuvo un desenlace inesperado...Jon y Mónica lo abandonaron antes de su finalización para poder salvar su relación, que salió fortalecida del reto televisivo, mientras que Nube (pillada hasta las cachas por Óscar) y Rafa (enamorado hasta los pies de Susana) terminaron rompiendo un noviazgo que estaba previsto que acabara en boda cuando salieran del concurso... Por contra, Israel y Carolina abandonaron el 'reallity' más felices y unidos que nunca. Como diría Eros Ramazzotti: "Sono cose della vita...".

Lo curioso es que, además del tiempo pasado en el hotelito portugués a todo lujo, en 'Confianza ciega' no había ganadores ni premios, únicamente la recompensa de saber que tu pareja era capaz de resistir a las tentaciones por amor...Eran, obviamente, otros tiempos...

Dedicado a mi querido primo Payne, por las noches de domingo en las que comentábamos por teléfono muertos de risa lo sucedido en el concurso.