martes, 2 de septiembre de 2008

Pesquera de galanes





























Hacía una docena de años por lo menos que no me subía a un barco para ir de pesca al volantín o el chambel, que para que los neófitos lo entiendan, son unos artes de pesca en forma de aparejo que se utilizan para las especies que viven placidamente en el fondo, merced a un plomo generalmente en forma de pera que arrastra aguas abajo una línea con tres, cuatro e incluso cinco anzuelos (como los que empleaba mi abuelo Diego a bordo del mítico 'Apolo'), a los que hay que clavarles la carnada.
Como digo, habían pasado siglos desde la última vez que había salido a pescar al volantín....y no es de extrañar que sintiera un 'mono' terrible por volver a experientar esa apasionante sensación: con apenas cinco o seis años salía de pesquera con mi abuelo desde las siete de la mañana hasta las tres de la tarde, en unas jornadas en la mar que si bien para muchas personas podían resultar agotadoras, para mí eran siempre el mejor momento del año y la parte más feliz de mi niñez. No existen palabras que puedan expresar lo que se siente al pescar colosales meros y orondas gallinetas como churros al lado de uno de los mejores marinos que conocieron las costas de Almería, que derrochaba sabiduría en sus consejos y explicaciones, que te hacía amar y temer a un mismo tiempo a ese mar que unos días nos llenaba con generosidad la cubierta de peces y otros nos daba un susto cuando al Tío de Vera (una montaña de la zona de Mojácar) le daba por "ponerse la boina", que es como los marineros del lugar llamaban a las nubes que envolvían su cumbre....
Sí, mi abuelo Diego me hizo no sólo amar el mar y todas y cada una de las criaturas que lo pueblan, desde las medusas más gigantescas de las aguas pelágicas, cuyas rutilantes libreas en forma de luces de colores me recordaban a las naves imaginadas por Spielberg para su 'Encuentros en la Tercera Fase', hasta los denostados tiburones, por los que siempre he sentido una especial atracción y simpatía, a la vez que muchísimo respeto y prevención, motivo por el cual (siguendo los doctos consejos de mi abuelo) nunca me baño en 'aguas azules'.
Por eso, cuando mi tío Chema se ofreció a llevarnos a mí y a mis sobrinos en su barco 'Victoria' (¡que buenos baños nos hemos metido este verano gracias a él!) a echar unos volantines a ver si enganchábamos unos galanes, me invadió una alegría enorme, y sentí como si recuperase no sólo unas facultades que ya creía olvidadas para siempre en lo más profundo de mi ser sino también como, si de una máquina del profesor Bacterio se tratara, volviera a lo más maravilloso de mi niñez y adolescencia como teletransportado a lo Star Trek...
Ese primer día de pesquera improvisada, empleando como carnada la gamba congelada de una bolsa de Pescanova que había en la nevera como cebo, mi sobrinico Edu enganchó un galán, aunque el pobre, desacostumbrado a pescar al volantín (ha aprendido a hacerlo con caña) ni se había enterado de que le habían picado. Yo simplemente le ayudé a cobrar una pieza que es suya por mérito y que, como sucede cada primera vez que un niño pesca un galán, será una experiencia casi mágica que nunca olvidará mientras viva... Ese domingo apenas pescamos durante media hora, y a la vuelta, mientras los demás nos bañábamos, mi sobrina María empató con su hermano al sacar con su cañica un diminuto pero combativo sargo en la bocana del puerto. Esa noche, rememorando las palabras de su bisabuelo de que "aquí se come y se cena lo que se pesca", los dos dieron buena cuenta de sus pequeñas pero sabrosas capturas...
Sin embargo, la gratificante experiencia de sacar tirando de sedal un pez del fondo del mar, despertó en mí las mismas sensaciones de antaño, y unas irreprimibles ganas de pescar. Mi tío, que de tonto no tiene un pelo y que conoce mi pasión por el tema, seguro que se dio cuenta, y, muy generoso, me ofreció llevarme a pescar uno de los siguientes días antes de que abandonásemos definitivamente Garrucha rumbo a Murcia. Para ello era necesario estar ya embarcados a las once de la mañana, lo que parecía casi imposible de lograr, teniendo en cuenta el embrujo que los locales de la noche mojaquera parecían ejercer sobre mi persona... pero que no era nada comprado con mis ganas de pescar. Yo acepté encantado, y le dije a mi tío que la carnada era cosa mía. El único problema a solventar era conseguir un buen volantín para ir a la pesquera, que decidimos que fuera de galanes, y no de otras especies como las chuclas o los serranos, por su cercanía a la costa y lo divertidísimo de la misma, que hace que sea la más apropiada para iniciar a niños pequeños en la pesca en barco.
Pescar galanes tiene su aquel. Estos deliciosos parientes de los tordos y doncellas (al galán lo tenéis en la quinta foto con su brillante y colorida librea digna de una diva de la ópera) viven en fondos arenosos no demasiado profundos cerca de la costa, junto a otras especies como los tapaculos (pez plano pariente de los lenguados), y de los peligrosos peces araña, que con sus tres púas venenosas requieren el manejarlos con mucha precaución y atentos si queremos disfrutar de su exquisita carne en un guiso o una sopa (e incluso en el caldero de Cabo de Palos te los puedes encontrar) sin que nos cueste un dedo o un disgusto más grande. Para tratar con los peces araña, es necesario tener a mano un buen mazo, como el que llevábamos siempre en el 'Apolo', que servía para atontarlos antes de quitarle las ponzoñosas púas. También a los galanes se les da un poco de 'jarabe de palo' en la cabeza para retirarles los anzuelos sin que nos claven los dos colmillitos de draculines marinos que adornan sus mandíbulas. Dado lo resbaladizo de su piel, lo mejor es sujetarlos con un trapo. Cualquiera que vaya a pescar con el volantín, tiene que saber que, antes de subir nada a bordo, hay que ver claramente qué se lleva enganchado en los anzuelos; es la única manera de evitar sorpresas desagradables que te pueden costar el verano, y quién sabe si algo más...
Un plato de galanes simplemente fritos, pasados o no por un poco de harina, es uno de los mayores placeres que todavía nos ofrece el cuasi moribundo Mediterráneo. En aguas baleáricas, estos peces, a los que también llaman lorito, lluritu o pámpanos, son conocidos como raor, y hacen las delicias de los turistas y los gourmets más pudientes, pues suelen alcanzar los 50 euros el kilo en la pescadería. En Almería son, junto con el gambón y los gallopedros, la estrella de los restaurantes de pescado y marisco, aunque sin alcanzar la astronómica cotización que ostentan en las islas Baleares.
En cuanto a lo del volantín, no queda más remedio que encargar a un ferretero o al dependiente de una tienda de pesca que te lo monte, o hacértelo tú mismo, como fue al final mi caso. Cuanto agradecí entonces aquellas noches que pasaba junto a mi abuelo, sentados los dos en su gran mesa de mármol mientras él preparaba artesanalmente las artes que habríamos de emplear al día siguiente.... y conmigo prestando antención embobado ante lo que parecía el ritual de un alquimista o de un druida poseedor de secretos y fórmulas transmisibles sólo a aquellos discípulos dignos de darles un buen uso...
Así que tomé mi herramienta multiuso, y con los esmeriles, el corcho (sintético), los anzuelos del 9 ya empatillados y montados en una línea, el plomo y el sedal, en apenas 20 minutos me confeccioné mi volantín. Las lecciones del abuelo habían servido de algo.... Lamentablemente, un fuerte temporal de levante nos obligó a aplazar la pesquera hasta mi último día en Garrucha, y aún así, salimos con una mar no demasiado idónea, pero mi tío se portó de lujo y quiso darme ese gusto, a sabiendas de la gran ilusión que tenía por volver a salir a los galanes. En cuanto a la carnada, lo mejor para estos peces son las gambas, así que me pillé en la plaza una estupenda gamba de segunda y dos pequeñas pero espléndidas potas o calamares voladores (tercera foto) al módico precio de tan sólo 2'4 euros!!!! por todo el lote. Porque saber cómo elegir la mejor carnada, aunque parezca algo secundario, y sin dejarse un pastón, es fundamental.
Una vez a bordo, no quedaba sino superar el último problema, el resacón de la gran fiestuki que nos habíamos corrido la noche anterior en la macrodiscoteca Mandala de Mojácar, en una velada memorable junto con mi primo Chema, Emi, Cachín, Inés, Manolo y Paco, entre otros. Pero el anhelo de volver a tirar de un sedal con un pez enganchado en su otro extremo pudo con todo, y ni me acordé del cansancio que sentía en todo el día. Con mi tío y conmigo también se vino mi prima Toya, que con sus comentarios tan alegres y divertidos nos alegró la pesquera, entre los vaivenes de las olas que cimbreaban al barco como último vestigio del molesto levante que nos había impedido navegar los días precedentes. Al final, en casi hora y media, tuve la suerte de enganchar cinco peces, una cifra más que digna dadas las circunstancias, a saber: un galán, dos tapaculos con una preciosa librea jaspeada que recuerda al mármol, una lecha tan pequeñica como sabrosa, y un redondeado raspallón, primo hermano de doradas, sargos y dobladas. Antes de la partida, El Tinto, un avezado marino local, le predijo a mi tío que "con este levante, los únicos galanes los va a encontrar usted en la pescadería". Ni os imagináis cómo me encantó el poder llevarle la contraria.... aunque fuera por tan pírrico margen,... expertos a mí, jajaja....

Finalmente, fui el único de los que íbamos en el barco que sacó algo. En todo momento no dejaba de pensar en mi abuelo, en todo lo mucho que me había enseñado no sólo en lo relativo a la pesca, sino también cómo ser un enamorado de la naturaleza y el secreto para poder disfrutar de ella plenamente, en estos tiempos en que parece que no se puede ir a ningún lado sin la vídeoconsola.
Te eché muchísimo de menos abuelo, y estoy convencido que fuiste tú quien, desde el cielo, me pusiste esos cinco pececillos en mis anzuelos para alegrarme el día como hacíamos hace veinte años, pescando atunes a troche y moche al curricán con nuestras plumas.... A tí y a tus dos bisnietos tan enganchados a la pesca, María y Eduardico (la genética se tiene que notar...), os dedico este post
P.D: Quien quiera saber más sobre los galanes/raores, puede pinchar en esta estupenda página

19 comentarios:

Anónimo dijo...

SELVA
¿recuerdas el agosto pasado en el que nos dedicamos a hablar de tantas y tantas cosas?
Pues se nos olvidó hablar de pesca, vaya.
Yo también tuve un abuelo que pescaba, concretamente en el hornillo, en Águilas. Recuerdo que siendo bien pequeña acompañaba a mi abuelo durante gran parte de la noche mientras conversaba con él como los adultos. A ambos nos gustaban aquellas noches en las que podíamos hablar de lo que queríamos sin que nadie nos molestase. A veces me pregunto cuánto de aquello hay hoy en mí, y estoy segura que mucho.
Tu post ha hecho que rememore aquellos momentos, casi olvidados, el olor a sal y a cebo, el sonido del mar tranquilo, la fabulosa vista de la isla del Fraile bajo la luna...
Por cierto, por aquel entonces, aunque solo fuera una afición, una noche de pesca daba para lo comida de toda la familia.
Un abrazo selvático

Unknown dijo...

Menudo pedazo de pescador!!!. Igualito que lo que pescamos en Santiago de la Ribera, jejeje.

La verdad es que desconozco si te has zampado esos pescaditos tan graciosos, pero sería todo un detalle que….

Bueno, me encanta la pesca pero veranear en La Ribera me ha limitado a que lo único que pesque allí sea un costipado!

sushi de anguila dijo...

Te aseguro, Cristina, que en cuanto alguien te ofrezca un plan remotamente similar a aquellos que cuentas, revivirán en tí innumerables sensaciones...tal y como relato en el post. Además, Garrucha y la Isla del Fraile no están excesivamente lejos, así que, en muchas ocasiones, ambos habremos pescado especies muy parecidas, de las que mira, ya tendremos ocasión de hablar largo y tendido...lo que sí es imposible de recuperar, lamentablemente, es la presencia (aunque nos quede la esencia) de esos marinos y pescadores vocacionales que tan decisivamente influyeron en nuestras vidas como fueron nuestros respectivos abuelos... Por feliz que te sientas sacando el chambel lleno de peces, el vacío sigue siendo terriiiiible...

Como he contado, era costumbre comer y cenar lo que se pescaba cada día (aparte de unos maravillosos gazpachos-la receta es la misma que la de Alvalle-, unas riquísimas fritadas de tomate, cebolla, pimientos y berenjenas, o unas paellas de impresión) y, como en vuestro caso, solíamos capturar tantos peces que no sólo daba para repartir a familiares y amigos, sino también para traerse a Murcia neveras llenas de deliciosos galanes, bonitos, lechas,atunes, gallinetas, pargos, besuguetes,pageles,serranos y algún merico bien terciado....

Me gusta mucho compartir esta afición contigo (leer a una mujer hablar del olor a cebo, no tiene precio!!!) , ya que es bastante inusual que este tema despierte pasiones entre las féminas... Un besico de lo más marinero, rubia...

Capitán Berjes, en La Ribera, salvo el susto que tú y yo sabemos en el pantalán, no pillamos na de na, jajajaja. Y menos aún a las pajarracas que pululan por el Club los fines de semana por la noche, que casi resulta más fácil pescar a Moby Dick....

Aunque los zorros marmenorenses estaban buenos, no son comparables a las cinco delicias que atrapé en Garrucha a bordo del 'Victoria'... Si te gustan las sopas y guisos de pescado, prometo invitarte en mi flamante cocina alemana a un guisico de pez araña con patatas y su toquecico de azafrán, de chuparse los dedos.... y sí te mola el invento, ya te iré agasajando (y contigo a tu encantadora esposa) con más platicos marinos marca de la casa, japonesadas incluidas, en un futuro espero queno muy lejano...

Ya me gustaría poder convidaros a Esther y a tí a un buen plato de galanes friticos, pero en Murcia es imposible encontrarlos en las pescaderías...

Y muchísimas gracias a tu hermana y a tí por hacer que me lo pasara tan bien este verano....

Anónimo dijo...

Bonito post, si señor. Has evocado el recuerdo de cuando con también 5 ó 6 años salía a pescar con mi pequeña caña y sardina como carnaza, por las maravillosas aguas del Mar Menor. Hoy, como dice berjes, en Lo Pagán o La Ribera solo se pueden pescar otras cosas...

Un saludo.

Anónimo dijo...

Ese anónimo que se ha colado soy yo. Que no termino de hacerme a los controles.

sushi de anguila dijo...

Alison, un placer como siempre tenerte por aquí... ojalá nos tomemos pronto una copica en esas feriales noches murcianas que se avecinan y en las que pudiéramos intercambiar experiencias pescateriles...desde que se cargaron los balnearios y ampliaron las playas artificialmente, la pesca en el Mar Menor es más una anécdota que otra cosa....

...Un fuerte abrazo...

Unknown dijo...

Gracias a tí, me lo pasé genial esa semanica que estuvimos juntos por tierras ribereñas.

Detrás dejamos anecdotas varias...pero deja de ofrecerme caldicos y comprométete por escrito a una cena japonesa de escándalo.

Bueno un abrazo sushi

sushi de anguila dijo...

Como diría Ruiz Mateos: "¡BRIIIIBÓN!".

Como se entere tu Esther de que has renunciado a mi memorable sopa de pescado con mariscos y a mi guiso de pez araña al azafrán con patatas a cambio de unos pedazos de pescado crudo, te liquida, membrillo, jajajaja....

Un abrazo, Tarzán...

Txema dijo...

Gran Post, primo!
Lo hemos leido en familia y nos ha encantado, transladandonos por un momento a la brisa marinera y "mandaliana" que tan unidos nos tuvo durante la noche anterior.
Aunque en mi caso, no sea muy ducho en la pesca, has despertado mi interés por conocer los procedimientos y rituales de dicho arte.Como llevo muchos años "pescando" unos rapes magníficos en la misma mesa de marmol del abuelo, debidamente pulida, espero que parte de la esencia en ella contenida, acabe calandome también en mis huesos.
Un abrazo.

sushi de anguila dijo...

Te aseguro que como esos rapes (y esos melocotones rellenos, y ese paté de oca y ese salmorejo...) no vamos a pescar nada igual ya, por mucho que te enseñara las técnicas pesqueras el mismísimo Costeau, jejeje. Independientemente de que gracias al abuelo y a sus descendientes llevamos todos metido en el ADN la pasión por el mar y el gusto por comer pescado (ya sea un jurel o una gallineta tan fantástica como la que nos apiolamos en el 'Don Tadeo' de Villaricos el día del cumple de tu padre) y todo tipo de frutti di mare, no te preocupes, que yo me encargo de pillar peces pa los dos en la mar, y tú, a cambio, haces lo propio en el Mandala y en el Lúa, que son aguas en las que tú te desenvuelves mejor, jajajaja...

Ya en serio, me alegro de que os haya gustado, y aunque pueda resultar cursi, que a mí plim, me he limitado a contar lo que sentí y cómo lo sentí. Toda la familia habéis contribuido mucho a hacer de esas vacaciones garrucheras las mejores de los últimos cinco veranos, sin lugar a dudas, y os lo agradezco de corazón.

Felicidades primo por tu blog, que, como ves, ya he metido entre mis favoritos...me parece espectacular...con esa foto del piano tan chula (cada uno tenemos nuestros amores...tú el klavier, y yo los aviones japoneses, je...). Lo malo de empezar con tanta calidad es que el público (que no te va a faltar, te lo aseguro) te va a obligar a no bajar el listón, y eso, como dicen los guiris, es muy 'time-consuming'...pero seguro que lo bordas. Acabarás como yo, hechizado por el embrujo de los blogs!!!!

Besos para todos (y ya te explicaré cómo reducir la separación de las fotos en los posts...)

Anónimo dijo...

Me ha encantado y emocionado sushi, estoy seguro que al abuelo también.
DJM

Mary the Kiwi dijo...

Sushi, felicidades por el personaje del mes, me ha llegado al alma, y es que si no lo sabes, en uno de mis posts remitia al video de Damien...me encanta la canción...esa melancolía. De la película no te digo nada, la tengo en DVD precisamente por verla en versión original y la veo de vez en cuando, de hecho la última vez fue hace dos semanas. Ahora que voy a Londres quisiera localizar el parque donde Jane se renombra Alice...me encanta Natalie Portman y en esta película más.

sushi de anguila dijo...

Me encanta y emociona a mí también lo que has sentido y tu mensaje, DJM. El abuelo era mucho abuelo, ¿eh?.

Mary, me alegro mucho de que te guste el personaje del mes...El parque es Postman Park, y está entre King Edward Street, Little Britain and Angel Street, muy cerca del St Bartholomew's Hospital de Londres, que imagino que es donde atienden a la Portman (imposible no enamorarse, como repito una y mil veces de ese "Hello, Stranger"...) tras su atropello......con lo viajera que eres, y por si te interesa, la calle de Nueva York por la que camina Jane/Alice al final de la peli es la West 47th Street, transversal a las 8ª y 9ª Avenidas...

Ya toqué el tema musical de Rice en mi post del 28 de junio. Un besico y enhorabuena por tu post sobre Islandia....ya te comentaré cuando pueda...

Sintagma in Blue dijo...

jo, leer estos post a la hora de comer es una cruedad! ummm... qué rico todo.

sushi de anguila dijo...

Sintagma, ya sabes,...en Barna, el kilo de raor/galán, anda ya en La Boquería (cuando hay) por los 50 euros...casi ná al aparato! Pa que luego digan de las angulas... pero es que es un manjar de primera, totalmente desconocido por gran parte de la población (si no, estaría a 500 euros mínimo).

Saborearlos es un placer, pero pescarlos, ni te cuento...si te va el rollo de los anzuelos, es más divertido que tres días en Port Aventura a gastos pagados...

Un besico, guapa. Que siempre es un placer tenerte por aquí...

LOLA GRACIA dijo...

Qué bonico, Sushi...No sólo te comes el pescado crudo, también lo pescas : )

sushi de anguila dijo...

Estoy hecho un Robinson Crusoe,Lola...jajaja... me acaba de venir a la memoria esa escena tan genial de 'Náufrago' en que a Tom Hanks, nada más rescatarlo de la isla y llevarlo de vuelta a casa, le ofrecen sushi y sashimi pa comer y él mira a sus anfitirones con una cara de mosqueo total y como pensando: "¿me estáis vacilando?"...

Un crío que, como yo, crece entre peces, anzuelos, un abuelo que te lleva a pescar meros con los manguitos todavía puestos, y que pasaba las mañanas y tardes aprendiendo los secretos de las cocineras de sus abuelas, estaba predestinado...

Si los críos cde hoy omieran desde pequeños galanes fritos en lugar de palitos de ¿merluza? del Capitán Pescanueva, seguro que les gustaría muchísimo más el pescado de lo que sucede ahora...

Me alegra que a tí, que escribes tan rematadamente bien, te hayan gustado estos recuerdos míos de la infancia, revividos no hace tanto durante unos gozosos instantes...

...las cañicas de ayer estuvieron genial...hay que repetir pronto...un besico

Anónimo dijo...

Que bucólico. En mis años de acné y clavellinas tb. hacia pesqueras en el espigón del puerto, en Torrevieja. Tardes enteras bajo la canígula. Tentábamos a las lubinas con masilla, pescando con plomo a fondo. En años venideros y con las hormonas disparadas, comprendí que los verdaderos pescaos estaban un poco mas hacia tierra. Casablanca, Keeper, etc. Bares míticos de la movida Torrevejense. Hay, podías encontrar, lubinas, doradas, lorenas, lucias y toda clase de moluscos y cefalópodos, capaz de hacer marear con sus cuerpos, al marinero más entrenado. En este caso, el arte de las pesca quedaba reducido a una buena cerveza y mordisco si se terciaba.

Keep it up¡¡

sushi de anguila dijo...

Acné y clavellinas, pero bien que pescabas por los nutridos bancos de la noche alicantina, perillán... te aseguro que para mí resulta más fácil la pesca con chambel que la que se practica tierra adentro...¡¡¡y a las pruebas me remito!!!!