El 4 de noviembre es una fecha que parece especialmente diseñada para la sección de efemérides de un periódico, porque tal día como hoy no sólo fueron elegidos presidentes de los Estados Unidos personajes de la talla de Abraham Lincoln, Eisenhower, Reagan u Obama; porque cambió la historia del Reino Unido y del resto de la Humanidad con la detención de Guy Fawkes y el desbaratamiento de la inminente Conjura del 5 de noviembre que los británicos aún celebran casi más que nosotros el descubrimiento de América; porque Howard Carter encontró los primeros indicios que le llevarían al hallazgo de la tumba de Tutankatón/Tutankamón; porque tuvo lugar el primer vuelo del Puente Aéreo Madrid-Barcelona o tal vez porque el prototipo del Concorde fue el primer avión comercial en superar la velocidad de Mach 2.
Hubo también otros hechos mucho más luctuosos otros 4 de noviembre, como la capitulación del Imperio Austrohúngaro en la Primera Guerra Mundial, primer paso para la desemembración de tan maravilloso crisol de razas y culturas por la inquina envidiosa de sus enemigos; el asesinato de Isaac Rabin (y del proceso de paz árabe-israelí) a manos de un extremista judío; la invasión soviética en 1956 de esa Hungría que clamaba libertad e independencia frente a sus tiránicos ocupantes comunistas; el inicio de la rebelión antiespañola de Tupac Amaru en el Virreinato del Perú; o los grandes estragos y decenas de miles de muertos causados por el tristemente célebre huracán Mitch.
Pero hoy también se conmemora la festividad de ese simpático y brillante religioso milanés (de cuando Milán era lugar principal del Imperio Español, ¡ojo!) canonizado como San Carlos Borromeo. Sobrino del Papa Pío IV, siendo un veinteañero cardenal nepote fue designado para administrar con acierto los Estados Pontificios y desempeñar las funciones del primer Secretario de Estado de la historia de la Santa Sede, a pesar de un defecto que le hacía hablar aceleradamente, lo que no favorecía su imagen con los diplomáticos extranjeros. Figura fudamental del Concilio de Trento y de la Contrarreforma, a él se atribuyen muchos de los aciertos y luces del papado de su tío. Aunque recibió críticas por su vida disfrutona debido a su afición a la caza, la música, el ajedrez, el lujo, las veladas literarias y la buena mesa, alcanzó gran renombre por sus esfuerzos en pro de conseguir un clero mejor preparado y más ejemplar. Pero lo que le llevó a la santidad fue la fantástica labor que desarrolló durante la cruel epidemia de peste que entre 1576 y 1578 asoló Milán, ciudad de la que era entonces arzobispo y cardenal, y donde ejercía el cargo con una modestia y esa 'Humildad' que proclamaba el lema de su escudo de armas sorprendente en comparación con los excesos de su etapa romana. Agotado y enfermo de tanta actividad en favor de los más necesitados, falleció en 1584, a los 46 años de edad, y fue canonizado en 1610, siendo considerado desde entonces el santo patrono católico contra la peste por excelencia.
Por eso, no es de extrañar que, tras la grave epidemia de esta contagiosa enfermedad padecida por Viena en 1713, causante de más de 8.000 muertes, en cuyo final parece haber sido decisiva la intercesión del santo ante la Santísima Virgen, el emperador Carlos VI promoviera la construcción de un fastuoso templo como muestra de sincero agradecimiento hacia su tocayo. Iglesia barroca inspirada parcialmente en la Basílica de San Pedro del Vaticano, en diversos elementos clásicos como un pórtico griego o la columna Trajana, y en otros orientales y asiáticos, fue obra del gran arquitecto Johann Bernhard Fischer von Erlach, que falleció antes de ver culminada su obra. como triste anécdota, el templo fue sufragado en su mayoría de forma forzosa por los judíos de la capital austríaca.
Las dos grandes columnas de la fachada, dedicadas al 'valor' y la 'constancia', reflejan con sus relieves algunos de los principales episodios de la vida del santo, a modo de los hechos heróicos de los legionarios de Trajano en sus campañas por la Dacia. En su interior, la cúpula está decorada con fabulosas pinturas al fresco de Rottmayr, en las que aparece el propio santo intercediendo por los vieneses ante la Virgen (foto 4), mientras que los frescos de las capillas laterales son obra de Gran. El espectacular retablo del altar, dedicado a la ascensión a los cielos de San Carlos, es obra de Alberto Camesina y Maximilian Brokoff... junto con el privilegiado entorno que la rodea, en plena Karlsplatz, el conjunto constituye, en mi humilde opinión, la que podría considerase la iglesia más hermosa de toda la Cristiandad...
Seguramente, la mejor foto que jamás realicé en mi vida en una máquina de carrete fue aquella instantánea que en julio de 1993 tomé de la Karlskirche rodeada de preciosos setos en flor... nunca, hasta la llegada de las técnicas digitales pude soñar en reptir algo así, con la luz, tan especial y única de aquel día, y sin los andamios que estos últimos años han afeado tanto el interior como el exterior del templo, aunque fuera en benficio de su idónea conservación. Un edificio irrepetible, erigido en memoria de un personaje no menos singular y merecedor del mayor de los homenajes en su recuerdo. Hay otros grandes acontecimientos que conmemorar cada 4 de noviembre, pero a mí ninguno me llena de tanta alegría y júbilo como referirme a éste.
10 comentarios:
Me decía yo, al ver la entrada, que a ver por dónde nos salía el pensador al traer al título afirmación tan máxima. Y a fe que, como es habitual, el pensador no defrauda. Excelente y bien traido artículo, con retazos de un amor por Viena que contagia en cada palabra de las muchas veces en que retorna a ella en sus entradas. No soy amigo de rankings, por lo que difícilmente podría entrar en una comparación de las más bellas iglesias de la Cristiandad. Pero a fe que ésta de San Carlos debe encontrarse entre ellas.
PD: Aunque tengo en mente la "Chiesa di Sant'Agnese in Agone", en la Piazza Navona de Roma, jeje.
Tampoco soy yo mucho de rankings (aunque a veces no me pueda resistir), mi aseveración incluye al entorno (tampoco es manca la Piazza Navona), la combinación de referencias artísticas interculturales, la mística que envuelve el conjunto y que se respira en su interior...donde, ¡ojo al dato!, la única publicación oficial que vendían al público en un atril era la biografía de San Josemaría Escrivá de Balaguer...EN ESPAÑOL!!!
Si es que nos tienen más calados por ahí fuera, Ventimiglia.... jajaja
Espero que algún día podamos verla juntos, mi hombre del Renacimiento v.XXI.O...
Vete sacando los billetes, que te llevo a verla a coscoletas, si hace falta, mi reina...
Pues sí, un día señalado en la historia con variadas efemérides.
La verdad es que la iglesia es preciosa y el entorno, como bien señalas, es inmejorable. A mí me tocó verla con andamios, desgraciadamente.
Por cierto, que también encontré yo allí los folletos de Escrivá de Balaguer y no sólo en la Karlskirche...
Esa foto a la que aludes no está aquí, ¿verdad? Se echa en falta...
Pues sí, un día señalado en la historia con variadas efemérides.
La verdad es que la iglesia es preciosa y el entorno, como bien señalas, es inmejorable. A mí me tocó verla con andamios, desgraciadamente.
Por cierto, que también encontré yo allí los folletos de Escrivá de Balaguer y no sólo en la Karlskirche...
Esa foto a la que aludes no está aquí, ¿verdad? Se echa en falta...
ays...sushiviajes...qué bonito.
Menudo baño de datos, de acontecimientos y de anécdotas que me acabo de pegar en esta espectacular entrada.
Me ha encantado, caballero. Algo le comentaré cuando por fin visite Viena... a ver si es más pronto que tarde.
Saludos.
No nos conocemos, y llego aquí de "rebote", después de jugar con los clicks de Famobil y las nacys de mi hermana...
Precioso templo, sí, en una ciudad igualmente hermosa. Y con un propagandista espectacular!!! Tu artículo la convierte en más bella aún.
Aunque yo, particularmente, prefiero iglesias menos pomposas... Ejemplos: Sant Boi de Taull (Lleida), San Isidoro (León), o -incluso barroca- San Carlo alle Quattro Fontane (Roma).
Un placer leer artículos como el tuyo. Te seguiré a partir de ahora.
Muchas gracias por tus elogios, Fernando...un placer tenerte aquí... espero mantener tu interés en próximos posts...
Don Javier... un humanista de su sensiblidad puede sufrir en Viena un soponcio a lo Stendhal en menos que silba Pedro el Cabrero... un abrazo...
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