miércoles, 12 de abril de 2017

La Nueva China que nunca pudo ser...




A mediados del siglo XVIII, en esa gran tierra de promisión que eran las colonias de la Norteamérica británica, y dado el gran éxito comercial y económico que suponía la seda en Europa en países como Italia, Francia o España, con Murcia como gran estandarte, a ciertos emprendedores ingleses se les ocurrió que por qué Gran Bretaña no podía sumarse a ese grupo de naciones productoras de seda en sus colonias, ya que el clima de la metrópoli, lo impedía. Se estima que en la década de 1730, Gran Bretaña gastaba cada año más de 500.000 libras esterlinas (equivalente a 2 millones de livres francesas) en la adquisición de seda procedente de Francia, Italia y China.

Además, la presencia de moras rojas en esa parte del Nuevo Mundo estimuló decisivamente el proyecto, aunque se consideró necesario plantar miles de moreras blancas, las mismas empleadas en la industria de la seda en Murcia, y que todavía decoran y embellecen a la capital del Segura con su verde follaje, como un tímido recuerdo de cuando eran la única plantación de su fértil huerta, como fuente de alimento de la lucrativa y apreciada producción sedera local.

Millones de semillas y miles de esquejes de morera blanca cruzaron el Atlántico rumbo a las colonias de Virginia, Connecticut, las Carolinas y, sobre todo, Georgia, colonia recién creada como una escisión de las anteriores en su zona despoblada al Sur, fundamentalmente para la producción de vino y de seda, y con la misión adicional de ejercer como un tapón militar de la frontera con los enemigos españoles y franceses, y con los indios de las poderosas confederaciones creek y cherokee que allí vivían...y cuyo poder se mantuvo hasta el tsunami que supuso para las naciones ndias, aliadas en su mayoría con los británicos que garantizaban su independencia y contener las fronteras de los asentamientos de colonos en la Proclamation Line de 1763, fue la independencia de las 13 colonias, de la que Georgia era la más joven.

Un lugar regido desde su fundación por los miembros, la mayoría poderosos aristócratas, de la Trustees for the Establishment of the Colony of Georgia in America (Corporación para el Establecimiento de la Colonia de Georgia en América) donde, en comparación con las grandes plantaciones de sus vecinos del Norte, predominaban los pequeños propietarios agrícolas a los que hasta 1750 no se les permitió poseer esclavos, a diferencia del resto de colonias, lo que sin duda, resentía en gran modo su productividad agrícola.

Tampoco estaba permitida la venta de alcohol, lo que, junto a los riesgos de morir de enfermedades tropicales, ser devorado por los abundantes caimanes que recorrían las calles de la capital Savannah o vivir a expensas de los ataques de españoles y franceses, y de sus aliados indios, hacía menos apetecible la instalación allí de colonos.

Las autoridades británicas limitaron las explotaciones agrarias a 50 acres por familia, y hasta 500 en el caso de tener un máximo de 10 siervos, personas en régimen de semiesclavitud temporal obligadas a servir durante años a su amo, bien como condena o a cambio de su pasaje al Nuevo Mundo, hasta quedar definitivamente libres años después una vez cumplido su compromiso.

En las colonias, nuevas leyes establecieron la obligación de los agricultores de plantar las moreras, multando a quienes se negaban a ello, dado que se consideraba un 'cultivo' muy apropiado para toda la familia, especialmente los ancianos, niños o impedidos que no podían ayudar en las labores del campo... En Georgia era una actividad subvencionada parcialmente por el Parlamento de Londres y el Gobernador de la colonia, después de que la Corona recuperase el control de la colonia en 1754, 21 años después de la llegada del primer colono británico y 22 desde que fuera creada por 21 inversores liderados por ese auténtico personaje de película y antiguo ayuda de campo del príncipe Eugenio de Saboya que fue James Oglethorpe.

El objetivo era fundar en América lo que los más optimistas llamaban la 'Nueva China', un proyecto al que sin duda afectó de manera decisiva el coexistir con el estallido de la Guerra de los Siete Años en un remoto paraje del Ohio en mayo de 1754, conflicto que pronto adquiriría dimensiones de conflicto mundial, combatiéndose desde Prusia a la India o Senegal pasando por La Habana...

'The Maryland Gazette' informó en su número del 22 de mayo de 1755 que había grandes esperanzas de obtener inmensas cantidades de seda en Georgia, y que las primeras producciones eran muy prometedoras...

Incluso la reina Carolina, la cuadriculada esposa alemana de Jorge II, soberano a quien la colonia rendía homenaje con su nombre, lució con orgullo en 1735, dos años antes de su prematura muerte, un traje de seda de Georgia con motivo de su cumpleaños, aunque las malas lenguas señalaban que, en realidad, apenas unas madejas con las que había sido elaborado procedían realmente de los producidos en la colonia.

A los pocos años de arrancar la incipiente industria de la seda norteamericana, quién sabe si debido a los avatares de la guerra recién iniciada contra franceses e indios que requirió de toda la atención y recursos de las colonias británicas durante los siguientes seis años, o debido a la impericia, la falta de experiencia y de conocimiento de los nuevos criadores, los gusanos de seda angloamericanos murieron de manera masiva, por millones, poniendo fin, de esta manera tan abrupta, y para siempre, al ambicioso sueño de la 'Nueva China'... Las moreras aún seguirían estando de moda como árboles ornamentales en los jardines de personalidades como Washington o Jefferson.

A partir de entonces, el maíz, el arroz y, en lo tocante a fibras textiles, tras el fiasco de la seda, el algodón, serían los sustitutos de los blancos gusanos como gran recurso económico de Georgia...que a finales de siglo comenzaría a emplear la mano de obra esclava.

La foto que abre el post es el sello con el que fue instituida la colonia de Georgia el 9 de junio de 1732, con un gusano de seda y un capullo sobre una hoja de morera y el lema 'Non sibi sed aliis' (No para sí mismos sino para otros), dejando claro que la seda que produjera Georgia sería exportada a la metrópoli y el resto de colonias...

2 comentarios:

Conde de Salisbury dijo...

Vaya, vaya, vaya, o sea que si esta actividad hubiese prosperado tal vez -solo tal vez- la esclavitud no hubiese prosperado como prosperó en Georgia ¿Como hubiera sido entonces "Lo que el viento se llevó" y las plantaciones de Tara y Twelve Oaks?

sushi de anguila dijo...

Es un pensamiento compartido... De hecho, muchos de los propietarios de Georgia achacaron a la falta de mano de obra esclava la poca rentabilidad de sus cultivos, y el fracaso de la experiencia sericícola, cuando en realidad podían contar en sus fincas con los siervos que, a todos los efectos, equivalían a unos cuasiesclavos hasta quedar libres...