martes, 18 de marzo de 2014

El 'asombroso' día en que trabajar en España pasó de labor vil a ocupación honesta y honrada...





Tal día como hoy de hace 231 años, Carlos III promulgaba una Real Cédula en la que se declaraban "honestos y honrados" los oficios, considerados hasta entonces como ocupaciones viles.

“Declaro que no sólo el oficio de curtidor, sino también los demás artes u oficios de herrero, sastre, zapatero, carpintero y otros a este modo, son honestos y honrados. Que el uso de ellos no envilece la familia ni la persona del que los ejerce, ni la inhabilita para obtener los oficios municipales de la república en que están avecindados los artesanos o menestrales que los ejerciten. Y que tampoco han de perjudicar las artes y oficios para el goze y prerrogativas de la hidalguía a los que los tuvieren legítimamente, conforme a lo declarado en mi ordenanza de reemplazos del Ejército de 3 de noviembre de 1770, aunque los ejercieren por sus mismas personas"... 

Esta revolucionaria proclama dirigida a sus súbditos por el monarca madrileño tenía por objeto poner fin de una vez por todas a la tan arraigada creencia española que databa de la Reconquista de que la limpieza de sangre de los cristianos 'viejos' no era sino expresión de su hidalguía o pertenencia a la nobleza menor, que consideraba un deshonor impropio de su rango social realizar cualquier tipo de trabajo, salvo los relacionados con las armas o las letras, ya que aquellos con una gota de sangre procedente de conversos judíos o musulmanes (muchos de ellos dedicados a las tareas tradicionalmente, y no sólo en España, asociados a los hebreos como las de sastres o zapateros, ¿recordáis 'El violinista en el tejado'?) carecían de las virtudes y pureza exigidas para ser parte de esta nobleza menor exenta de las obligaciones propias del trabajo manual diario.

El desprestigio social de realizar trabajos considerados 'manuales' impedía a los afectados desempeñar cargos públicos (reservados, pues, en exclusividad a los 'ociosos' o rentistas) y mucho menos contraer matrimonio con gentes de diferente estatus social, lo que acarreaba la desgracia y el desprecio más extremo para toda la familia...

En esa lista de trabajos, hasta entonces 'viles', además de los expresamente citados, también estaban incluidos algunos de los que estaban peor vistos por el común de los españoles, como eran el de verdugo (estigma que continuaría asociado al empleo hasta la supresión de la pena de muerte, tal y como nos contó magistralmente Berlanga en su filme homónimo) y el de cómico o actor, sometido siempre al rígido escrutinio y supervisión de la Iglesia Católica en defensa de la fe y las buenas costumbres, en una época en que la Inquisición todavía no podía tomarse a broma pese al impulso que supuso la Ilustración en España... o precisamente por eso...

Todo ello llevó a la paradoja de que muchos hidalgos prefiriesen pasar privaciones extremas y vivir en la pobreza antes que trabajar, lo que generó una importante bolsa sociolaboral de desocupados que amenazaba con el estancamiento económico de una España en plena expansión productiva y demográfica. En una época en que crecían en toda Europa, Asia y América las exportaciones de manufacturas españolas, sobre todo las textiles, y de productos de lujo (aunque haya a quien le cueste creerlo, los Louis Vuitton y Hermès de la época eran españoles, para gran cabreo de los ingleses, que veían relegadas sus manufacturas en los mercados (hasta por los nativos de las colonias) en detrimento de los españoles (entonces la 'marca España' era sinónimo de máxima calidad a nivel mundial) y de las francesas, a la par de las hispanas.

Ese fue el motivo de que en 1739, los comerciantes de la City de Londres, aterrados por la progresiva pérdida de sus clientes y de cuota de mercado, forzaran al gobierno de Su Graciosa Majestad a abandonar la exitosa 'Política de Apaciguamiento' promovida por el primer ministro Robert Walpole que tanta prosperidad y paz había traído durante décadas a Europa, y declarar la guerra a los imperios coloniales español y francés, SIN MOTIVO ALGUNO... Pero como estaba entonces muy mal visto lo de reconocer que se atacaba sin la más mínima legitimidad y a traición a países que nada te han hecho -salvo proteger su comercio y producir muchos mejores bienes y mercancías que los ingleses- por cuestiones meramente económicas (qué feo resulta siempre entre los potentados hablar de dinero y posesiones), los ingleses se inventaron un casus belli que rozaba lo patético, tanto como el nombre del conflicto en que desembocó: 'La Guerra de la oreja de Jenkins'...que después se camufló de conflicto político asociándolo a partir de 1744 con la Guerra de Sucesión Austriaca (o Guerra del Rey Jorge, para los ingleses), y que permitió a los comerciantes ingleses y a su gobierno salvar la cara a ojos de sus ciudadanos: de pérfidos y traidores atacantes sin mediar declaración de guerra de cualquier buque y posesión hispana o francesa, pasaban a declararse con todo tipo de prosopopeyas, a cual más falsa, los legítimos defensores frente a los 'ataques' (nada más que el elemental ejercicio del derecho a la legítima defensa) de sus enemigos...

Entonces, la Armada española, la tercera tras Inglaterra y Francia, sólo contaba con 31 navíos de línea (sólo uno de tres puentes y 114 cañones, dos navíos de 80, seis de 70 y doce de 64 cañones) adaptados a la escolta de convoyes más que a entablar combate en solitario, 9 fragatas de dos puentes armadas con menos de 50 cañones, y un número muy pequeño de fragatas de un solo puente. Por contra, la británica disponía de más de cien navíos de línea, quince de ellos armados con entre 90 y 100 cañones, dieciséis de 80, diecisiete de 70, quince de 64, once de 60, veintinueve de 48 a 54, unas cuarenta fragatas y numerosas unidades menores, siendo los calibres de sus cañones superiores a los embarcados en los navíos españoles de semejante porte.

Ni que decir tiene que unas desprevenidas España y Francia sucumbieron a la catarata de ataques por sorpresa británicos en odas las latitudes del orbe, sufriendo graves pérdidas territoriales, coloniales, comerciales y económicas debido a lo inesperado de un conflicto artificial provocado a mayor gloria de Inglaterra únicamente por la codicia de unos comerciantes afincados en Londres y de sus accionistas en bolsa, inquietos por lo bien que le iba a la competencia...

A pesar de todo, como se ha dicho, España pudo reponerse en parte y aún necesitaba muchos trabajadores  para sus factorías y talleres, por lo que no podía permitirse el lujo de perder una buena parte de su masa laboral, que era además de lo que entonces se llamaba buena cuna y gozaba una más que aceptable educación. Al inicio del reinado de Carlos III, la Armada había recuperado buena parte de su poder, contando entonces con 47 navíos de línea y 28 fragatas en estado de servicio que permitían una mayor y mejor protección del comercio marítimo español.

Estaba claro que una Real Cédula como la proclamada tal día como hoy no bastaba para poner fin a tantos siglos de injusto desprecio a los trabajos manuales que ponía de manifiesto la nutrida población española que vivía a ambas orillas del Atlántico. Hacía falta promover alguna medida eficaz que consiguiera ir poco a poco cambiando la mentalidad de quienes habitaban en el por entonces más extenso imperio que había sobre la tierra... Y para ello se recurrió a lo que hoy llamaríamos una campaña mediática institucional que contó para su desarrollo con una de las profesiones más vilipendiadas a ojos de los españoles: la de los cómicos y actores...

Se puso en marcha, de una manera en buena parte espontánea, una frenética actividad literaria y teatral gracias a las incontables obras para la escena que comenzaban a escribirse como churros y estaban protagonizadas por personas que vivían de esos oficios que ahora se dignificaban y ensalzaban desde el poder... 'El fabricante de paños', 'El vinatero de Madrid', 'Los menestrales', 'La industriosa madrileña'... todo ello encaminado a resaltar la honestidad de sus protagonistas, merced al talento de autores tan solventes y brillantes como Francisco Durán, Cándido María Trigueros o Luciano Comella.

Sin embargo, y aunque los propósitos que animaban esta dramaturgia eran de lo más loables, la inmensa mayoría del pueblo español, tal y como ocurre hoy con eso que se ha dado en llamar 'telebasura', entre las preferencias de su ocio y asueto prefería relegar estas sobrias piezas teatrales cargadas de valores ciudadanos y buenos propósitos en favor de esos dramones folletinescos protagonizados, como no podía ser menos, por hidalgos, potentados y aristócratas del más diverso pelaje... Como sucede hoy en día con las telenovelas y los culebrones, y antaño con los seriales radiofónicos. Y es que aún hoy sorprende la fascinación que para una buena parte de nuestros compatriotas genera el conocer la vida y milagros de aquellos famosos y figuras populares -ya sean de ficción o de carne y hueso- que pasan los días rodeados de un lujo y una opulencia no siempre bien merecidos... ¡AY, QUÉ POCO HEMOS CAMBIADO...!

P.D.: Tal vez sorprenda a propios y extraños que en una cédula real se hable de "República" para referirse al conjunto de las instituciones, personas y territorios sometidos a la Monarquía hispánica. No es más que la aplicación del concepto romano de la 'res pública' con la que se identifica lo que hoy llamaríamos, en terminología de la España de 2014, 'lo institucional', 'lo estatal' o 'lo público'...

4 comentarios:

Conde de Salisbury dijo...

Después de ver programas en la parrilla televisiva como Gandía Shore, Gran Hermano o Sálvame, observo que el monarca ilustrado no consiguió hacer calar en la población hispana la idea de que el trabajo es digno y dignifica ... y lo peor es la audiencia que tienen.

sushi de anguila dijo...

Muy cierto, y eso que contó con algunos de los mejores intelectuales de su tiempo para intentar ponerle remedio, y ni así ... Pero... ¿quién podría imaginar que todo esto no es sino una consecuencia de la Reconquista...?

Anónimo dijo...

El concepto es el concepto,decia Manquiña en la pelicula.
Gran Hermano,Salvame lo ven desde personas enfermas a personas que lo ven porque te enferman,ya que no se enteran por donde van los tiros....sanguineos,no creo que sea una casualidad,que dure desde las 11 de la mañana hasta las 2 de la madrugada.

Seria bueno tener una parrilla,totalmente distinta,seguro y necesario,pero con la iglesia hemos topado,en la escuela se pronuncian palabras que no se quiere practicar,así como como un estado de ánimo que no se deja desfallecer,que casi te hace perder el interés.

Así pues no estaria mal que en vez de tertulias actuales,fueran,programas educativos del canal,para evitar ver tanta muchedumbre de personas en los mitines.Me educo y observo tu comportamiento,tu te educas y te comportas,una manera no menos recurrente que usar la t.v o los medios de comunicación para educar a la población es que se eduquen las responsabilidades,algo complicado,sin anmistia,porque son penalmente responsables a estas alturas.

Comparto la asombrosa celula,suena al privilegio en las oposiciones para pertenecer a la clase alta y media,y que esto pueda ser como consecuencia de la Reconquista,aunque solo es una opinión de usuario de la construcción,llegando a durar tanto porque los nobles empezaban los ser menos los que necesitaban aprender los distintos oficios,tales como cuadras,caza,costura,pesca,o sea,antes no se podia llegar a noble,porque no se tenian recursos,después cambiaron la tortilla para decir que estudiaban no se manchaban,salvo dando la vida....ahí personas que con mayor o menor acierto,no reconocen a los "fray"o "monja"de turno,por reparo a un linchamiento ya sea propio o ajeno,al igual,que no tienen tanto en común que ver nuestros bisabuel@s con nuestr@s nietos,y ojo.

Disculpas por los errores ortografia,necesidad y cansancio.

sushi de anguila dijo...

Gracias por tan interesante y reflexiva aportación, Anónimo...