Hoy vivimos una jornada memorable para la ciencia forense, la investigación médica y todos aquellos enamorados de los muchos secretos que todavía encierra la Historia y lo maravillosamente interesantes que pueden resultar las Humanidades pese al inmenso y creciente corifeo de ignorantes que quieren relagarlas al ostracismo. Hoy, 18 de octubre de 2010, es uno de esos días escogidos y privilegiados en que la realidad se empeña, como tan atinadamente reza el popular dicho, en superar a la ficción. En este caso a la ficción pergeñada a ritmo de best-seller y que nada tiene que hacer ante los miles de hechos históricos que, medianamente contados, superan en interés, contenido y emoción a cualquier argumento ideado para la más exitosa Literatura de consumo de masas...
Por una casualidad, mientras buscaba una noticia relacionada con el Campus de Excelencia Mare Nostrum que espero concedan mañana a nuestras magníficas y queridas Universidades de Murcia y Politécnica de Cartagena, he sabido de este maravilloso notición casi al poco tiempo de haberse hecho pública la nota de prensa y las estupendas fotos que la acompañan por parte del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el nunca bien ponderado CSIC... un hallazgo y una historia asociada al mismo tan sugestiva que, de haberse producido en cualquier universidad o institución estadounidense, francesa, británica o alemana, nos parecería el no va más... un guión de Hollywood hecho realidad... y que ahora, horas después, no para de retumbar en agencias de noticias y medios de comunicación, aunque algunos no sepan muy bien de qué están hablando...
Y todo ello gracias al equipo multidisciplinar liderado por el todavía joven (45 años) biólogo y genetista barcelonés Carles Lalueza-Fox, toda una autoridad mundial en temas de ADN, formado en las escuelas de Arqueología de Oxford y Cambridge, capaz de secuenciar y descifrar con su equipo el ADN mitocondrial del Moa, ese ave gigante extinguida sólo hace cinco siglos en Nueva Zelanda por la caza excesiva de los maoríes, o, lo que es aún más importante, el del Hombre de Cromagnon, nuestro antepasado más directo...
La historia que nos narra la (excelente, por otra parte) nota de prensa del CSIC es lo suficientemente clarificadora para tener que ser más extensivo o modificarla... tal cual os la pego en este post dedicado a nuestros científicos e historiadores, que, carentes de todo relumbrón y renombre social, trabajan sin descanso para permitirnos comprender y conocer mejor nuestro pasado.... Una trama en la que hay sangre de linaje real derramada a golpe de guillotina, implicaciones dinásticas que podrían afectar al mismísimo Luis Alfonso de Borbón,
la increíble peripecia del ciudadano Bourdaloue a pies del cadalso, una pieza histórica única valorada en dos millones de euros y con capacidad de alterar la Historia hasta ahora oficialmente admitida, el más que posible interés del jovén Napoleón, en su precoz y meteórica carrera hacia el Imperio pasando por el Consulado, y una increíble trama que ya quisieran Iker Jiménez and company, y, sobre todo, un Dan Brown al que tal vez, de conocerlo antes, hubiera reemplazado a su ficticio Robert Langdon por nuestro catalanísimo Dr Lalueza-Fox, y a la indómita y valiente Sophie Neveu por el brillante equipo conformado por Elena Gigli, Carla Bini, Francesc Calafell, Donata Luiselli, Susi Pelotti y Davide Pettener....
Casi si me apuran, que resulta mucho más cinematográfica esta humilde calabaza que tanta parafernalia codigodavincera y sus artilugios asociados...
Preparados, que ya se apagan las luces y el espectáculo está a punto de comenzar... la gente se agarra al cucurucho de palomistas mientras que, por cortesía del CSIC, comienza a desvelarse el fabuloso sucedido en torno a la calabaza de Maximilien Bourdaloue, y dice así....
"Madrid, lunes 18 de octubre de 2010
Investigadores del CSIC recuperan el ADN de la supuesta sangre del rey francés Luis XVI
El 21 de enero de 1793, el rey de Francia Luis XVI fue ejecutado en la guillotina por conspirar contra la libertad de la nación y tras un intento de fuga. Según las crónicas que se conservan de la época, fueron muchos los ciudadanos que subieron al cadalso a mojar sus pañuelos en la sangre del monarca para tener un recuerdo del histórico acontecimiento. Un equipo coordinado por el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Carles Lalueza‐Fox ha analizado la sangre procedente de uno de esos pañuelos y ha observado que sus patrones genéticos podrían corresponderse con los del rey galo.
Aunque del pañuelo no se conservan restos, los científicos sí han podido analizar la sustancia marrón que durante años ha permanecido dentro de una calabaza. La calabaza, decorada con técnica pirográfica, lleva en posesión de una familia de Bolonia desde hace más de un siglo. El objeto, valorado en 2 millones de euros, muestra los retratos de varios protagonistas de la revolución francesa, como George Danton, Maximilien Robespierre, Camilla Desmoulins, Louis‐Sébastien Mercier, Jean Paul Marat, la reina Maria Antonieta o el propio Luis XVI.
“Lo más interesante es posiblemente el texto escrito junto a los retratos, en el que se explica la historia de uno de los testigos de la ejecución. Gracias a este texto sabemos que Maximilien Bourdaloue mojó su pañuelo en la sangre, lo metió en la calabaza y ordenó a un artista parisino, Jean Roux, su decoración, la cual finalizó el 18 de septiembre de 1793”, detalla Lalueza‐Fox, que trabaja en el Instituto de Biología Evolutiva, un centro mixto del CSIC y la Universitat Pompeu Fabra. La intención de Bourdaloue era vender la calabaza por 500 francos a “El Águila”, apodo que podría hacer referencia a un joven Napoleón.
Los científicos recuperaron el ADN mitocondrial y el cromosoma Y del individuo. Comprobaron, por tanto, que se trataba de un varón europeo y que sus datos genéticos procedían de linajes difíciles de encontrar en las bases de datos actuales. “El ADN mitocondrial corresponde a un raro linaje N1b, presente en sólo dos europeos de un total de casi 21.000 estudiados. El Y corresponde a un linaje G2a no descrito entre 21.800 europeos analizados”, señala Lalueza‐Fox.
La mutación de los ojos azules
Según diferentes retratos de la época, entre los que destacan los que pintaron Antoine‐ François Callet en 1786 y Joseph‐Siffred Duplessis en 1777, el rey Luis XVI tenía los ojos azules. Los investigadores han confirmado que el individuo de la calabaza tenía la mutación que determina ese color de ojos, localizada en el gen HERC2.
La única forma de demostrar que efectivamente se trata de Luis XVI es comparando el cromosoma Y con el perfil genético del corazón momificado atribuido a su hijo Luis XVII, que se conserva en la Basílica de Saint Denis, en París. “Intentamos certificar la autenticidad de la muestra buscando posibles parientes vivos del rey, pero no se localizó a ninguno”, agrega Lalueza‐Fox".
Fin de la historia... confío en que disfruten tanto como yo leyendo las inscripciones pirograbadas en la curcubitácea más famosa del mundo hace ya la friolera de 217 años... y ahí siguen, tan panchas...
7 comentarios:
Esperemos que mañana nos concedan el campus de excelencia y no nos quedemos a dos velas como el año pasado... se ha hecho un gran esfuerzo y creo sinceramente que lo merecemos. Será muy bueno para la Región.
Vaya historia más curiosa ésta de la calabaza-relicario real... y todos esos genes únicos de sangre azul que custodia. Chapeau! para los investigadores españoles del CSIC.
Un saludico, Sushi.
Que Dios la oiga, y los encargados de la valoración hagan justicia a nuestras dos grandes universidades. Saludico boomerang!
Una historia fascinante; nunca está todo dicho... Qué maravilla :)
Apasionante!!! La realidad siempre termina superando al Arte.
Otro día reflexionaremos sobre esa mitificada Revolución de las Luces que se apoyaba en el culto por la sangre y por descabezar al oponente.
Lo conseguimos Wunderk!!!... ya éramos excelentes, pero ahora son otros ajenos los que nos lo reconocen...
¡Pues ya estaba bien sí! Es una buenísima noticia para la Región ¡Habemus Campus de Excelencia Internacional! :D
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