miércoles, 3 de febrero de 2010

25 años después... otra niña afgana de preciosos ojos verdes...
















Una de las caras más conocidas del mundo, un rostro joven de inolvidable mirada, unos inquietos ojos claros tan abiertos como anonadados ante las calamidades del presente y las incertidumbres del futuro. Una preciosa niña en el azaroso tránsito a mujer, en un mundo que parece diseñado para machacar a las féminas desde la cuna... Apenas nadie sabía nada de ella, pero su faz nos lo parecía contar todo con pelos y señales. Ignorábamos su nombre, la ubicación certera de esas miserables cuatro paredes entre las que pasaba las noches, en qué situación se encontraba en medio de un país devastado por la guerra y el extremismo religioso; por unas costumbres atávicas para las que las Hijas de Eva pintan menos que esas esculturas heredadas de pasados imperios y creencias a las que les basta con su mera existencia para ofender al Dios en cuyo nombre se impone inhumanamente la ley, se lapida, se entierra en vida a las madres e hijas bajo una asfixiante tumba de tela por cuyo diminuto enrejado apenas se cuela la luz del sol. La perfecta imagen de un destino trágico.
Pero esa niña tenía algo que a todos nos enamoraba. Su ojos adolescentes parecían pedirte ayuda al tiempo que, escrutadores y desconfiados, te invitaban generosos a zambullirte en su acuoso verdor como el que se arroja a un cenote purificador, a una simbólica piscina de Siloé en la que curarnos esa lepra que nos cubre de insensibilidad por el destino del prójimo, a un estanque en el que poder librarse de toda la podredumbre que implica el caos globalizado del que tomamos parte día tras día . Siempre estuvo allí, año tras año, ignota y perdida, pero sirviéndonos de balsámico consuelo ante la mínima flaqueza, curándonos el alma con esa hiératica tristeza que exhiben quienes se saben sin futuro...
Steve McCurry la capturó con su cámara en 1984 para 'National Geographic', en uno de los muchos campos de refugiados de la frontera entre Afganistan y Pakistán, donde los barbudos Estudiantes de la Revelación imponen el terror en nombre de un paraíso eterno colmado de vírgenes a las que desflorar ufanos por los crímenes cometidos en la otra vida, la miserable, la de lucha a muerte contra el infiel, donde es fácil asegurarse ese Edén de leche y miel: sólo hay que morir matando....
Antes fueron los soviéticos, que caían como rubicundas ovejas en el matadero, sin entender por qué las ratas mordían rabiosas a quienes pretendían transformarlas en señoriales vizcachas mediante confundidas enseñanzas marxistas destiladas por mentes cerriles. Ahora son otras las botas que recorren los peñascos de esas montañas que son el refugio de la muerte y albergan la ruina de vidas y bienes. Repletos cementerios de tecnología bélica varada a modo de enrobinados leviatianes, aniquilados por cortesía de los lanzagranadas y sus letales arponazos; osarios de desguace enriquecidos con los chasis de monstruos metálicos ensamblados en Detroit o Trubia. Recién llegados a este irresoluble pandemonium de violencia para intentar que esa gente, que niñas y mujeres como ésa tengan algún día una opotunidad, que volar cometas o escuchar música no sea un pecado que te cueste la vida, que las Hijas de Eva puedan mostrar su sonrisa y unos ojos como esos, lo único verde en kilómetros a la redonda, como verdadero símbolo de esperanza.
Siempre queremos saber más. Dicen que, desde que nuestros ancestros griegos, ociosos como estaban, se pusieran a ello, a los occidentales nos domina el ansia por conocer, por entender.
Millones pedimos más, queríamos aprender cuanto fuera posible acerca de la milagrosa imagen que, con apenas un vistazo, calmaba nuestro desasosiego y nos reconciliaba con el resto de la especie. Y pasaron 17 años... hasta que en 2002 supimos de la existencia de Sharbat Gula, la prueba evidente de que a los mitos hay que dejarlos vivir y morir tranquilos.... Ignorante de lo que su mera apariencia significaba para todos nosotros, para buena parte de una Humanidad ajena al drama que se vive en aquellos mortíferos andurriales, el antiguo consuelo de tanta angustia se nos presentaba ahora carente de toda aura, desprovista de su condición milagrosa, ajada por la miseria, envejecida en extremo por el trabajo aniquilador de sacar adelante una prole en pleno infierno, por el inexorable trotar de un tiempo que parece correr más allí donde todo es más difícil, como les tocará descubrir en carne propia a sus tres niñas, potenciales víctimas de un entorno tan hostil con todo lo que lleva faldas y esconde para siempre sus cabellos a la benéfica luz del astro rey... Pero, al contrario que el Príncipe Feliz y pese al paso de tanto tiempo, la decadente faz aún conservaba en las cuencas de sus ojos aquellas dos esmeraldas que alguna vez nos hicieron soñar con un mundo de seres hermanados por sus ganas de disfrutar de la vida; que siguen iluminando incansables aquel lóbrego campo paquistaní de refugiados en Nasir Bagh donde fue retratada por primera y segunda vez... el sumidero donde su marido sólo le permite hablar con otras mujeres, y asegura que la quiere como nadie... seguro que un poco más que a sus mulas, si las tuviera...

Sin embargo, cuando todo parecía ya perdido, 25 años después nos llega de esas mismas cumbres un nuevo rayo de ilusión, un nuevo escapulario al que aferrarnos en tiempos de penumbra, otro anónimo par de ojos verdes, ingenuos, ilusionados, felices en la desgracia, cuya fuerza arrolladora es capaz de exterminar cualquier sombra que pueda atenazar nuestro espíritu. En esta ocasión gracias al ojo de una moderna Diana cazadora de imágenes increíbles, como es Kristy Wigglesworth... suya es la foto que acompaña a otras 41 impactantes instantáneas publicadas en el portal boston.com http://www.boston.com/bigpicture/2010/01/afghanistan_january_2010.html
sobre las truculencias de la interminable guerra que desangra a la desvalida población afgana desde que los monos se alzaron para andar sobre dos piernas...
Otra niña que nos enamora con su encanto, con el halo de pureza que la envuelve, ajena a la maldad que la circunda, como testimonian las punzantes alambradas que la rodean... Una imagen que gracias a los adelantos de la aldea global, recorre veloz el planeta como nuevo icono al que encomendarnos... pero, a pesar de todo, tal vez como metáfora de que ya nuestro mundo nunca más podrá volver a ser perfecto, ese nuevo rostro muestra los indicios de que el mal ya está presente y amenaza con destruir cruelmente lo que tanto costó a la naturaleza crear. En la barbilla, la pequeña parece mostrar los primeros indicios del llamado 'botón de Oriente', la cruel enfermedad conocida por los científicos como leishmaniasis cutánea, cuyas úlceras y nódulos anuncian que irán devorando poco a poco su encantadora belleza; que preludian conseguir, gracias a los voraces parásitos que transmiten unos mosquitos cabrones, la misma función contraria a la hermosura que persigue el más engorroso de los burkas, y todo ello, sin las infraestructuras sanitarias ni medicinas capaces de mitigar tan doloroso sufrimiento, de las que sí gozan los afectados en España, sin ir más lejos, por esta misma peste que aquí tampoco nos resulta ajena... Triste profecía de lo que parece deparar el porvenir a los sufridos habitantes de esa vergüenza para la humanidad que es el desastre afgano.

6 comentarios:

Athena dijo...

Los pelos como escarpias. Gran historia y mejor prosa, como siempre.

Nictea dijo...

Una entrada escalofriante. Muy buena.

sushi de anguila dijo...

Gracias a las dos!!!... es todo tan terrible por aquellas tierras olvidadas por Dios... realmente impactantes las fotos de boston.com...

Anónimo dijo...

Buenisimo post, pero que quieres decir:...es todo tan terrible por aquellas tierras olvidadas por Dios... ; !acaso ese pueblo no tiene Dios?¡ -si es que existe-, no será que todo lo que ocurre en ese país sea fruto de intereses comerciales occidentales? -lease petroleo/oleoducto-.

Saludos.

sushi de anguila dijo...

Anónimo, no sé si conoces en profundidad la historia de Afganistán. Si es así, sabrás que allí la gente lleva milenios matándose igual que ahora, y tratando a las mujeres peor que a los alacranes desde cuando ni sabían lo que era el 'aceite de piedra'...

Más interés creo yo que hay por reducir el inmenso tráfico de heroína (son 'number one' en producción mundial) del que vive buena parte del país, y, sobre todo, acabar con los santuarios yihadistas de la frontera con Pakistán, que amenazan con desestabilizar toda Asia Central (ahí si puede entrar en juego el petróleo), y después el mundo, pero, que, ante todo, sirven de lugar de planeamiento para atentados tan brutales como los de Nueva York, Bali, Kenya...

De hecho, tan sólo Alejandro Magno fue capaz, y por un brevísimo espacio de tiempo, de sojuzgar y unir a los diferentes reinos que se corresponden con el moderno Afganistán (y un memorable Sean Connery, si hacemos caso a esa maravilla llamada 'El hombre que pudo reinar')... desde entonces, el desastre continuado...

Lo que allí sucede me recuerda tanto a lo descrito por Conrad en 'El corazón de las tinieblas'... donde Dios también parecía estar de vacaciones ante tanta hijaputez humana...

Me alegro de que te haya gustado el post...

Anónimo dijo...

42ºc:El "cultivo de Opio" en Afganistan -number one on the world- no es lo mismo que "tráfico de heroina", el trafico lo llevan a cabo las "mafias" occidentales a la vez que su consumo es mayoritariamente occidental, creo que esto se acabaria eliminando aqui su consumo, limpiemos pues nuestra casa primero, es mi opinion.

Respecto a los atentados tan brutales como los de New York, creo que estos no se gestaron precisamente por estos "lares", sino en montañas no muy lejanas, -como dijo uno "españolito" bajito y con bigote aproposito de uno de estos atentados en Madrid-.

Llama especial atención que este atentado -NY- fuese dirigido al corazon financiero mundial dirigido por judios y contra empresas judias y que ningun judio pereciera en tan brutal atentado, es anecdotico?, que hay de cierto en todo esto?.

Me encanta leer hora de pensar, me parece un blog muy recomendable, enhorabuena.