'El Abuelo'

Hasta 2015 por lo menos, si no más años, está previsto que siga desempeñando su imprescindible e incansable labor al servicio de ESPAÑA, esa misma que comenzó a prestar en junio de 1966. Será entonces seguramente, tras ¡49 años ininterrumpidos! de entrega y esfuerzos, uno de los servidores públicos más longevos de cualquiera de las Administraciones de nuestro país. Y todavía sin relevo a la vista, dando pie a uno de los más indignantes casos de 'aprovechamiento' al máximo de los recursos, como eufemísticamente se dice en estos casos de flagrante explotación abusiva por parte de los que mandan. Tal es la vergonzante situación que padece ‘El Abuelo’, el primer helicóptero modelo Sea King de la Quinta Escuadrilla de la Flotilla de Aeronaves de la Armada española, que lleva sobrevolando nuestros cielos y mares desde aquel soleado verano de hace 42 años, cuando en las emisoras de radio sonaba el recién publicado ‘Yesterday’ de los Beatles, el hombre aún soñaba con llegar algún día a la Luna y el Real Madrid de los ‘ye-yés’ que capitaneaba Gento acababa de conquistar su sexta Copa de Europa ante el Partizán de Belgrado con sendos goles de Amancio y Serena para remontar el tanto inicial de Vasovic.

Una ilustre aeronave este rechoncho a la par que elegante producto de Sikorsky que, en cualquier otro país decente, ocuparía a estas alturas su lugar de privilegio en un museo, tanto por su destacado historial operativo como por ser el primer ejemplar construido en todo el mundo del modelo SH3-D, concebido para la lucha antisubmarina, y que, ¡oh casualidad! se entregó en primicia a ESPAÑA antes que a la Navy de los mismísimos Estados Unidos, su lugar de origen. Aquellos primeros años, con nuestro país inmerso en el acelerado desarrollismo impulsado por los gobiernos de los Tecnócratas, sí que fueron buenos tiempos para el joven helicóptero, dedicado casi exclusivamente a ese peligroso pero emocionante juego del ratón y el gato que era cazar submarinos soviéticos en el estrecho de Gibraltar. Entonces, como en la primera foto (anda que no sale bonico ni nada, con su librea de azul marino tan típica de la época), se volaba bajo y recto hasta la posición del posible contacto subacuático no identificado que le indicaran los destructores. Acto seguido, calaba su sónar portátil hasta la profundidad adecuada y, una vez localizado el sumergible, lo despachaba con sus dos torpedos antisubmarinos.

Esa vidorra, más propia de un surfero de la vecina Tarifa, llegó a su punto y final con la caída del muro de Berlín en 1989. Las prioridades estratégicas cambiaron, y los sucesivos gobiernos españoles decidieron enviar a las tropas en misiones de paz al extranjero, un cometido para el que los helicópteros de todo tipo son algo fundamental. Como, lamentablemente, España es el país de la OTAN, tras Luxemburgo, que menos gasta en defensa en relación a su PIB, los ministros de Defensa de Felipe González primero, y los que habrían de sucederles después, ni consideraron la posibilidad de comprar nuevos helicópteros de transporte para la Armada. Había que reciclar lo que ya se tuviera, que para eso las Fuerzas Armadas españolas siempre han suplido con 'ingenio' sus alarmantes carencias presupuestarias.

Así que a nuestro ya talludito protagonista, superada con creces la treintena, se le cambió de misión. Se acabó eso tan 'glamouroso' de cazar submarinos entre las olas, y por ese motivo fue despojado hasta el último tornillo de la electrónica y de los equipos necesarios para realizar esa selecta tarea . Ahora, tras su 'recalificación y reciclaje laboral', tenía que servir como humilde transporte de tropas y carga, incluso en horas nocturnas, con todo el esfuerzo adicional que suponían tantas tomas y despegues para su avejentada estructura en esas condiciones de escasa visibilidad y a tope de peso. Había pasado de ser como un descapotable de lujo en vivos colores azuletes a ir pintado de un gris tristón, idéntico al de las 'paqueteras' o furgonetas de la Armada, tal vez como metáfora de su nueva ocupación. ‘El Abuelo’ y sus veteranos congéneres desempeñan desde entonces, y sin la más mínima queja, aunque con algún que otro achaque, esa tarea con brillantez, a pesar de las limitaciones propias de un diseño contemporáneo del Seat 600 (¿alguien se imagina que los agentes de la Policía y la Guardia Civil fueran montados todavía en los diminutos utilitarios?¿Qué mal han hecho entonces nuestros militares?).

Incluso en años recientes, los 'morsas', como afectuosamente se les llama en la Quinta Escuadrilla, han llegado a aterrizar en el peligrosísimo aeropuerto de Bagdad y en las costas del sur del Líbano controladas por Hezbollah, escenario este último, a donde fueron enviados por un talantoso mandatario que cree que las alianzas civilizatorias protegen por aquellos andurriales exactamente igual que hacían contra los proyectiles enemigos los escapularios y los 'detente, bala' bordados por las madres y las novias durante la Guerra Civil; o sea: NADA. Toda una insensatez para unas aeronaves que carecían entonces y aún carecen de los mínimos sistemas de protección antimisil, en unas 'zonas hortofrutícolas' donde las armas antiaéreas en manos terroristas proliferan más que las amapolas entre los trigales.

Los aparatos de la Quinta escuadrilla de la Armada han recibido hace ahora tres años una pequeña modificación para hacerlos capaces de operar también por la noche. Una reforma que pretende mantenerlos en activo hasta que haya dinero para afrontar la compra de un sustituto, no antes de siete u ocho años en el mejor de los casos, si es que la actual crisis económica no complica aún más las cosas. Para entonces, si es que todavía no se ha escacharrado en un accidente de esos tan cabritos y luctuosos como el sufrido hace unas semanas en Bosnia por otro 'chavalín' (que 'sólo' llevaba volando unos ¡28 años!), un helicóptero BO-105 del Ejército de Tierra, cuya caída a tierra se saldó con la muerte de los dos héroes que lo pilotaban y dos miltares alemanes , ‘El Abuelo’ llevará casi medio siglo de servicios sin pausa, duplicando en edad a los jóvenes infantes de marina que transporte en sus tripas. Toda una proeza aeronáutica, en la que tienen mucho que ver los abnegados mecánicos que se encargan de su cada vez más exigente mantenimiento, que no oculta la vergonzante precariedad de medios que continuamente lastra a nuestras Fuerzas Armadas.

En este país de desagradecidos, desmemoriados y ventajistas, es más que probable que ‘El Abuelo’ celebre sus Bodas de Oro no como la aeronave de gran relevancia histórica, o la valiosa pieza única que es a nivel aeronáutico, a buen recaudo en un museo, sino que acabe siendo víctima del desguace o termine varado en medio de un páramo castellano a modo de reclamo de algún merendero o un luminoso club de carretera de esos que tanto le molan a Pakirrín, como ya en su día le pasó al yate ‘Azor’, el capricho náutico del Caudillo. Penoso destino para el que ha servido a España mejor que un buen número de sus políticos.

Va por ti, querido Abuelo. Y a ver si a más de uno se le cae la cara de vergüenza