miércoles, 10 de octubre de 2018

Rapa Nui, la isla de las 900 almas...




















Tal día como hoy de hace 248 años, el 10 de octubre de 1770, zarpa del puerto peruano, entonces todavía español, de El Callao una expedición naval capitaneada por Felipe González.... de Ahedo o Haedo... ilustre navegante y cartógrafo cántabro que había participado en 1741 de la exitosa defensa de Cartagena de Indias junto a Blas de Lezo frente a la flota invasora del almirante Vernon, dirigiendo la exitosa defensa del Fuerte San Lázaro ante el asalto de los ingleses. 
La flotilla estaba integrada por el navío de línea 'San Lorenzo' y la fragata 'Santa Rosalía', con víveres para seis meses. La misión naval española, valorada en 56.991 pesos, respondía a la preocupación de Julián de Arriaga, a la sazón ministro de Marina e Indias entre 1754 – 1766, por el interés mostrado por potencias extranjeras, como en el caso del Reino Unido y Holanda, en el Pacífico; el cual todavía en el siglo XVIII era un territorio apenas explorado con multitud de islas virgenes.
El destino no era otro que la recientemente descubierta Isla de Pascua, bautizada así el domingo 6 de abril de 1722, Día de la Pascua de Resurrección, por el holandés Jacobo Roggeveen, primer europeo que las avistó al frente de una flotade tres navíos, y su descubridor oficial dese entonces, lo que implicaba el gran riesgo de que las reclamase para su país. Más tarde, la isla recibiría otros nombres como Tierra de Davis (se suponía que era la isla que avistó en la lejanía el filibustero inglés Edward Davis en 1687) o Vahiu, señalado este último en 1774 por el navegante y descubridor inglés James Cook como su nombre indígena en lengua polinésica.
El ministro envió intrucciones al virrey del Perú, el barcelonés Manuel de Amat y Junyent, para que tomara medidas; entre las cuales se cuentan la que dispuso que en 1770 los capitanes de fragata Felipe Gonzalez de Ahedo y Antonio Domonte Ortiz exploraran, además de la isla de Pascua, el archipiélago de Chiloé. La 'Santa Rosalía', de 26 cañones, y el 'San Lorenzo', de 70 cañones, embarcaban un total de 700 hombres y dos sacerdotes.
Los buques españoles avistaron la isla el 15 de noviembre, tal y como figura en los mapas que enseguida trazaron de la misma, tras bautizarla Isla San Carlos, en honor del rey Carlos III, lo que reducía aún más las pretensiones holandesas de reclamarla como suya, una vez cambiada de nombre.
La llamada Ensenada de González en honor a su capitán, bautizada posteriormente por los franceses como Bahía de los Españoles, se convirtió en su puesto de mando. Se ordenó que dos lanchas circunnavegaran la isla con objeto de obtener un levantamiento cartográfico, quedando sus tripulantes impactados por las descomunales estatuas, a las que un primer momento confundieron con robustos árboles y después con pirámides de piedra, hasta caer en la cuenta de que eran "ydolos" de "piedra miu dura".
En esta jornada de exploración se produjo el primer contacto, pacífico, entre los indígenas y los europeos. Los nativos regalaron a los marineros algunos plátanos, camotes y gallinas (el único animal doméstico de la isla, en la que también había ratones y muchas especies de aves marinas) a cambio de algunos sombreros y baratijas que éstos llevaban en las lanchas. Sorprendió a los españoles la desigual proporción entre hombres y mujeres ( más numerosos los primeros), y la elevada altura de algunos indígenas, dos de los cuales medían alrededor de 2,17 y 2,13 metros.
 De tez muy clara, la gran mayoría de los naturales llevaban barba y su cuerpo aparecía cubierto de tatuajes. Según quedo recogido en el informe, los pascuenses "unos vivían en cuevas naturales y otros en cuevas artificiales" y "sólo los que tenían alguna autoridad vivían en chozas".
También causó estupor entre los españoles el rígido control que los habitantes de la isla de Pascua realizaban sobre la demografía, de tal manera que nunca sobrepasara los 900 miembros debido a que "la tierra no puede mantener más que aquel número de habitantes", y "Quanto este número está completo, si nace alguno, matan al que pasa de 60 años, y no habiéndolo, matan al recién nacido". Lo mismo que hacen las manadas de animales en la naturaleza, priorizar a los adultos en edad de procrear sobre los individuos ancianos y las crías,que son una carga para el grupo y consumen alimentos sin poder valerse por sí mismos. 
Relato nada soprendente para los que disfrutamos de esa excelente película producida por Kevin Costner que es 'Rapa Nui', sobre las vicisitudes vividas en la isla justo antes de la llegada de los europeos y las dificultades alimentarias y ecológicas que en ella se vivían... 
A primera vista, a los españoles les quedó claro que esa norma se cumplía, pues no encontraron en la isla ancianos ni personas con defectos físicos (auqnue algunos testimonios cifran entre 2.000 y 3.000 el número de pascuenses que había entonces realmente en la isla). 
Tal vez esa fuera la causa de que no quedase nadie vivo que recordase entonces la visita de los holandeses 58 años antes, que se saldó a tiros y con una docena de nativos muertos, y seguramente la razón de que los habitantes hubieran perdido toda noción de cómo se tallaban en la piedra los impresionantes moais que se encontraban desperdigados por Rapa-Nui. 
Según las ordenes firmadas por el virrey (referidas también al otro objetivo de la expedición: la isla de Tahití), debían realizar el levantamiento cartográfico de la isla, situarla con la mayor precisión, conocer sus ventajas a la hora de una futura colonización y averiguar cualquier presencia extranjera. La magnífica colección de mapas elaborados por los españoles incluye la primera representación de los moais (los del sombreros de piedra, que los nativos empelaban entonces como tumbas) y, de todos los topónimos con los que identificaron los accidentes geográficos de Rapa-Nui, el único que aún hoy se conserva es el de Punta Rosalía.
Además se debía procurar evangelizar a los indígenas o por lo menos enseñarles los rudimentos de la religión católica, convencerlos para que aceptaran la ventajosa soberanía española sobre sus tierras y hacer un estudio pormenorizado sobre su vida y costumbres, cuyo principal testimonio fue la recopilación del primer diccionario rapanui-español compuesto por 88 palabras y los 10 primeros números, que se conserva en el Museo Naval de Madrid. Se requirió igualmente que se ofreciese a algunos jóvenes del lugar la oportunidad de poder ir a Lima a aprender el castellano y las costumbres cristianas, para luego devolverles a las islas... 
El 20 de noviembre de 1770, un destacamento de 250 hombres al mando del capitán de fragata José Bustillo y Gómez de Arce desembarcó en las inmediaciones del volcán Poike para tomar posesión de la isla en nombre de la Corona española bajo el nombre de San Carlos. 
Tras instalar tres cruces en tres cerros cercanos (que aparecen en la esquina superior izquierda del mapa), en realidad antiguos volcanes extinguidos, en presencia de los dos sacerdotes de la expedición, Bustillo oficializó la toma de posesión con un documento firmado por tres jefes nativos con "ciertos caracteres según su estilo" (foto 3), en realidad, los primeros signos conocidos del rongo-rongo ("gran mensaje"), la escritura jeroglífica propia de los isleños tallada en madera con puntas de obsidiana.
Tras proclamar a Carlos III como legítimo soberano de la isla, de dieron siete vivas al Rey, acompañados con salvas de fusilería y 21 cañonazos de cada uno de los barcos. Al día siguiente, los españoles abandonaron la isla en busca de sus segundo objetivo, Tahití, pero, tras una infructuosa navegación en la que no pudieron dar con la paradisíaca ínsula, volvieron a tierras chilenas. 
Finalmente, los españoles llegaron a Tahití dos años después con otra expedición capitaneada por Domingo de Boenechea, natural de Guetaria, en 1772-1773, que partió del puerto de El Callao y que la bautizó Isla de Amat en honor al virrey del Perú. 

ENTONCES, ESPAÑA LIMITABA AL OESTE CON CHINA, AL NORTE CON ALASKA, AL SUR CON LA ANTÁRTIDA Y AL ESTE CON LAS TIERRAS ARGELINAS EN TORNO A LA CIUDAD DE ORÁN.

En cuanto a uno de los principales protagonistas de esta gran aventura, el gran Felipe González de Ahedo, tras su regreso a Cádiz en 1772, el futuro aún le deparaba grandes hazañas, que incidirían de manera notable en la Guerra de la Independencia de Estados Unidos

El 8 de junio de 1778 tomó el mando del navío de línea 'San Isidoro', uno de los buques que componían la escuadra combinada de 68 buques al manso de Luis de Córdova, y después del navío 'Serie', con el que en 1779 navegó por el Canal de la Mancha, bloqueando dentro de sus puertos a los buques ingleses (quién lo iba a decir, con esa leyenda negra de que los españoles siempre perdían ante los británicos, y la gente de las poblaciones costeras buscó refugio en el interior por miedo a una invasión), siendo apresado el navío inglés 'Ardent', de 74 cañones (que la Royal Navy recapturó en 1782).

El almirante español hubiera invadido Inglaterra aquel verano, de no ser por la incurable indecisión del almirante francés Luis Guillouet, y de no haber sido sus tripulaciones gravemente afectadas por el escorbuto y una epidemia de tifus que obligaron a los aliados a retirarse al puerto francés de Brest.

Este bloqueo resultó decisivo para que las fuerzas británicas en Norteamérica no pudieran ser abastecidas con hombres, pertrechos y apoyo naval en un momento decisivo en la guerra libraban las trece colonias y su metrópoli. 

El 20 de octubre de 1782 participó en el combate contra la flota británica del Almirante Howe en el Estrecho de Gibraltar. A consecuencia de los graves destrozos de su navío en dicho combate pasó a Cádiz. El 21 de diciembre, González de Ahedo fue promovido a Brigadier.

Un año después, y ya al mando del navío de línea 'San Eugenio' navegó hasta Montevideo y de allí en diferentes comisiones a las costas de Chile y el Perú, arribando a los puertos de Valparaíso, Talcahuano y El Callao, protegiendo el comercio y naves del virreinato de los ataques de piratas y de navíos extranjeros.

En 1787 regresó a Cádiz, donde fijó su residencia definitiva, y en 1789 fue ascendido a Jefe de la Escuadra. Debido a su avanzada edad, ya no regresaría a las Américas, y fue en la ciudad andaluza donde este gran héroe con nombre de Presidente del Gobierno falleció el 26 de octubre de 1802, a los ochenta y ocho años.

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