viernes, 3 de enero de 2014

Margarita Teresa de Austria, una menina de armas tomar

Ahora que gracias a la exposición del Museo del Prado dedicada a 'Velázquez y la familia de Felipe IV' es posible disfrutar en Madrid hasta febrero de esa maravilla obra del pintor sevillano que alberga el Kunsthistorisches vienés que es 'La infanta Margarita en traje azul', no estaría de más recordar una de las últimas adquisiciones, vía donación, de uno de mis museos favoritos junto a la pinacoteca madrileña, y que nos revela un aspecto de lo más guerrero de la rutilante protagonista de 'Las Meninas'.

Y es que en 2011, el Metropolitan Museum de Nueva York (cómo quiero y admiro a estos tíos por lo bien que hacen las cosas) recibió una donación conjunta de tronío, tanto por la identidad de los bienhechores como por el objeto objeto en cuestión: el impresionante mosquete de caza con el que la menuda emperatriz de Austria, pues ese era el cargo que ejercía la otrora infanta madrileña tras el matrimonio con su tío (hermano de su madre) Leopoldo 'I Labio de Camello' (llamado así por sus súbditos debido a la malformación congénita de su labio inferior) cuando el maestro armero Jacques (Jacob, para sus clientes habsburgueses) Lamarre (firma La Marre en la llave de chispa del arma), entonces todavía al inicio de su gran carrera como artesano de armas de lujo, le construyó ex profeso esta maravilla de 'fusil' (en la terminología francesa de la época) para que diera rienda suelta a sus aficiones venatorias y practicara el tiro al blanco, lo cual, teniendo en cuenta el retroceso y la longitud (1,35 m) del arma, no era poca cosa para tan menuda y delicada joven, que, como se ve, no le hacía ascos al manejo de las armas largas. La longitud de un arma de caza empleada por los hombres rondaba el metro y medio, mientras que las armas militares oscilaban entre 1,50 m y 1,60 m, aunque los larguísimos mosquetes navales y los llamados 'fusiles bucaneros franceses' (con alcances efectivos de hasta 200 m gracias a la extrema longitud de sus cañón) podía llegar fácilmente al 1,70 m de longitud total.

Lamentablemente, sabemos que la buena y hermosa Margarita Teresa apenas pudo disfrutar de tan espléndida arma antes de su temprana muerte en 1673, con sólo 22 años, tras dar a luz a su cuarto vástago, Mariana Ana Antonia, archiduquesa de Austria.

La niña de cinco años que con su delicada belleza y elegancia lleva generaciones enamorando al mundo en compañía de sus meninas cortesanas, contrajo matrimonio por poderes a los 14 años, poco antes de cumplir esos 15 años con los que, meses después, compartió por primera vez lecho con su tío y esposo, 11 mayor que ella, en Viena, la ciudad imperial que había de verla morir y donde está enterrada en la misma cripta real que buena parte de su familia política y parientes lejanos, incluida la la glamourosa y legendaria emperatriz Sissi. En el momento de su llegada a la capital del Danubio era una mujer muy joven y hermosa, tal y como la retrató vestida de luto el manchego Juan Bautista Martínez del Mazo, yerno y discípulo de quien más y mejor supo reflejar en un lienzo su encantadora belleza, el maestro Velázquez.

Entre 1670 y 1673, no está clara la fecha, Lamarre construyó para ella tan espectacular híbrido entre 'fusil fin de chasse' y joya de orfebre. No sería hasta 1720 aproximadamente, que en Europa, sobre todo en la zona del Norte de Francia, Flandes y los otrora Países Bajos Españoles, empezaron a producirse las armas largas de manera industrial en fábricas creadas al efecto -no exentas de problemas durante el encaje en las culatas de las distintas piezas elaboradas en serie, como las llaves de chispa o los cañones-, acabando de manera progresiva con el sistema de gremios y aprendices vigente hasta entonces, por el que cada arma de fuego era el resultado del trabajo artesanal y la pericia de cada maestro armero (en España, conocidos tradicionalmente como 'arcabuceros' desde la llegada de Carlos I), generalmente adaptada a las características físicas de quien había realizado el encargo.

El cañón, de acero pulido y ánima lisa, medía 97,5 cm de longitud, estaba encajado en una recia y esbelta caja de madera de lobanillo, y decorado con figuras clásicas grabadas en oro al estilo francés, igual que la llave de chispa. En la decoración de plata del guardamonte estaba muy presente la influencia del maestro francés Jean Berain el Joven (1640-1711), mientras que la culata mostraba, también en plata, un escudo con  la corona imperial y la doble águila respalda a los lados por los escudos nobiliarios de  España (Castilla) y Austria, así como sendas iniciales de su nombre en forma de grandes e historiadas 'emes'...

Jacques/Jacob Lamarre ya figuraba en 1660 entre la lista de los 26 mejores armeros de París, por aquel entonces la cima de las armas de fuego decoradas de manera suntuaria, y donde se fijaban las modas y estilos decorativos presentes en las mismas. Era yerno del también conocido maestro armero Philip Thomas (lo de la pertenencia al mismo gremio entre padres, hijos, familiares y esposos se cumplía entonces a rajatabla). De su pericia y del prestigio internacional adquirido por Lamarre da testimonio la presencia de varias armas suyas en el inventario realizado en 1672 en la armería del poderoso duque de Richmond en su residencia de Cobbham Hall: un par de pistolas, un mosquete de retrocarga (innovación nada común en la época, dominada por las armas de avancarga) y otro de caza similar al de la emperatriz de origen español. En torno a 1674 se tiene constancia de algunas de sus creaciones armamentísticas realizadas en Praga y un año después se instala definitivamente en Viena, en cuya catedral de San Esteban contrajo matrimonio en 1682, figurando en la lista de armeros de la corte hasta su fallecimiento en 1700 o 1701. Sin embargo, el hecho de que el mosquete de caza de la emperatriz Margarita Teresa hubiera sido realizado en la corte vienesa entre 1670 y 1673, podría indicar que el cotizado armero francés pudo instalarse en la misma por aquellas fechas.

Tan ilustre arma, integra, pues, el ingente legado artístico y suntuario de la más diversa índole asociado a esa española universal, de tan intenso como breve resplandor, que fue Margarita Teresa de Austria, y que desde 2011 pueden disfrutar e persona los visitantes del Metropolitan gracias a la generosa donación conjunta de dos mecenas habituales contribuidores a los fondos del museo y miembros de su Comité de Armas y Armaduras: Arthur Ochs Sulzberger, editor del New York Times, e Irene Roosevelt Aitken, nuera viuda de Franlkin Delano Roosevelt y esposa en segunda nupcias del también fallecido Russel B. Aitken, una enamorada de las obras suntuarias más ricamente elaboradas en aquella Europa de la Edad Moderna cuyo incalculable legado artístico no deja de fascinarnos hoy día.

Dedicado a Lady M, a quien, disfrutando junto a ella de su gran afición por el arte, y conociendo su interés por la protagonista de esta historia, a buen seguro interesará y complacerá por partida doble...


2 comentarios:

Conde de Salisbury dijo...

Maravilloso el retrato de Velázquez. Cuanto me fastidia perderme esa exposición por vivir tan lejos de Madrid, pero tal y como están las cosas contentos hemos de estar por tner trabajo. Gracias a su temprano compromiso con el archiduque, la infanta debe ser uno de los miembros de familia de Felipe IV más retratada pues se enviaban a Viena periodicas "actualizaciones" de su desarrollo, algo a lo que debemos estar agradecidos. Y desde luego, para lo que era la familia, con su prominente madíbula inferior más la cosanguinidad, bastante mona salió la chica. El arma es sumamente interesante y una joya, la caza parece una afición familiar, vista la trayectoria -también pictórica- de Felipe IV.

sushi de anguila dijo...

Tuve la suerte de disfrutar in situ de los maravillosos retratos de la infanta en el Kunsthistorisches, aunque me eché las manos a la cabeza (metafóricamente, y hasta con cierta gracia) cuando escuchaba las explicaciones de algunos guías a los grupos de visitantes. Su concepto de la historia del imperio español y de la rama hispana de los Austrias no tiene nada que envidiar a los dislates históricos de algunos ilustres nacionalistas peninsulares... Lo más sorprendente, en mi caso, es imaginarme a tan menuda joven disparando semejante mosquete, bastante aparatoso para su estatura...aunque ya se sabe...cuanto más largo, más preciso...