Me encanta la foto de al.com que abre el post y que recrea de manera tan divertida, con mayores y niños entregados a la causa, la conocida ‘Masacre de Fort Mims’ acontecida el 30 de agosto de 1813 en el marco de la llamada Guerra Civil de los Creek, conflicto fratricida que constituye uno de los muchos episodios que conforman la llamada Guerra de 1812, que enfrentó a estadounidenses y británicos en Norteamérica mientras que buena parte de Europa se desangraba en las guerras napoleónicas.
La Guerra de 1812 fue el último gran conflicto en el que las naciones indias tuvieron una contribución decisiva en las operaciones militares y las decisiones políticas de alcance internacional entre varias naciones. Aglutinadas bajo el mando del carismático Tecumseh, (foto 6) el brillante jefe de guerra de los Shawnee, la mayoría de las tribus indias se decantaron por el bando británico, conscientes del desastre que para ellas había supuesto la independencia de los Estados Unidos.
Sin embargo, hubo algunas tribus que mantuvieron su alianza con el bando estadounidense, y, lo que resulta más dramático, otras que se dividieron en facciones proamericanas y probritánicas enfrentadas a muerte, lo que acarreó la desgracia y autodestrucción de estas naciones indias, cuyo poderío y capacidad de combate quedaron totalmente aniquilados dejando el camino expedito para su conquista y posterior desposesión de sus tierras por parte del bando ganador que, como no podía ser de otra manera, y más tras la muerte en combate del gran Tecumseh en la batalla del río Thames (octubre de 1813) al frente de su ejército indio aliado de los británicos, que fueron finalmente derrotados tras empeñar el gobierno de Su Graciosa Majestad la gran mayoría de sus recursos militares en pararle los pies a Napoleón en España, dejando en un plano muy secundario la guerra que se libraba en Norteamérica.
Entre las naciones indias que tomaron partido por ambas facciones, apenas 125 guerreros Choctaw y un puñado de exploradores nativos a favor de los estadounidenses frente a más de 10.000 guerreros de las 14 principales naciones indias del Noreste y el Sureste aliados a los británicos (en buena medida gracias al carisma de Tecumseh, cuya muerte fue el principio del fin para el bando angloindio) destacaban los todopoderosos Creek o Muskogee (denominación preferida en la actualidad por los antropólogos), que con cerca de 2.000 guerreros, armados en su mayoría con mosquetes en muchos casos suministrados por sus aliados españoles de la Florida (foto 3) eran los verdaderos señores de los actuales estados de Alabama y Georgia.
El bando proclive a los ingleses, y partidario de hacer la guerra al hombre blanco -estadounidense- que progresivamente se iba apoderando de sus territorios ancestrales, eran conocidos como ‘Cachiporras Rojas’ o Red Sticks, lo cual resulta de lo más lógico, por ser el color rojo el asociado a la guerra entre los indios, y la cachiporra la tradicional arma para el combate cuerpo a cuerpo. por el contrario, los Creek partidarios de la convivencia pacífica con los invasores blancos y de integrarse en la sociedad de éstos, adoptando progresivamente su cultura y costumbres eran los llamados ‘Cachiporras Blancas’ o White Sticks, menos belicosos e inferiores en número de guerreros.
La guerra entre las dos facciones de los Creek comenzó con los ‘Cachiporras Rojas’ quemando las granjas y demás posesiones, o matando el ganado y los animales domésticos de los ‘Cachiporras Blancas’ que vivían en explotaciones agropecuarias al estilo del hombre blanco, lo que les hacía mucho más vulnerables a las incursiones que a sus enemigos.
Curiosamente, los ‘Cachiporras Rojas’ entraron en guerra formal con los Estados Unidos mediando España de por medio. Nuestro país, aliado contra natura de los ingleses a causa de la invasión napoleónica, siempre había mantenido una buena relación con los Creek a cambio de comerciar con ellos y cubrir con suministros sus necesidades esenciales en pólvora y munición, entre otros artículos.
Los espías estadounidenses tuvieron noticia de que los Creek más hostiles a su causa habían concertado un encuentro con el gobernador español de Florida a comienzos de julio para entregarles 45 barriles de cereales y harina, mantas, cintas, tijeras, hojas de cuchillo, unos cuantos novillos, 1.000 libras de pólvora y su equivalente en balas de plomo y perdigones (para cazar) y, aunque pudiera parecer sorprendente, y contra la costumbre habitual, dada la reconocida preferencia de los indígenas por los vinos y el brandy españoles por encima del resto de bebidas alcohólicas, los emisarios indios no bebieron nada de alcohol… Los indios, liderados por los jefes Peter McQueen (mestizo hijo de escocés con ancestros irlandeses y una 'princesa' Muskogee) y 'Cabeza Alta' Jim, llevaban una carta de recomendación de sus aliados británicos y pagaron por todo unas 400 libras esterlinas -un fortunón para la época- lamentaron las muy escasa cantidad de pólvora y que sólo recibieran cinco balas por guerrero, algo impensable años atrás...
Cuando estaban ya de vuelta, y habían acampado para preparar su comida a base de maíz, los cerca de 80 guerreros que custodiaban las mercancías españolas fueron atacados por una fuerza de 150 milicianos estadounidenses a caballo, procedentes de Fort Mims, un puesto militar a unos 50 km de Mobile, ayudados por 30 mestizos nacidos de la unión de los Creek con los blancos, a los que se conocía como Tensaw.
La escaramuza, que pasaría a la posteridad con el nombre de Batalla del Maíz Quemado, por haber sido los indios sorprendidos cocinando el principal ingrediente de su condumio tradicional, comenzó con la huida de los Creek y el saqueo de las valiosas mercaderías hispanas a cargo de los asaltantes, hasta que una posterior reacción de los atacados, tras reagrupar sus fuerzas en los pantanos cercanos, puso en fuga al enemigo, que se había distraído saqueando los caballos de carga de los indios y los mosquetes abandonados en el campo de batalla. La escaramuza se saldó con una docena de muertos y una decena de heridos entre los 'Cachiporras rojas' y dos muertos y 15 heridos entre los atacantes, quienes no pudieron hacerse con el cuantioso botín y vieron peligrar sus vidas, siendo forzados a retirarse. Desde ese día, los ‘Cachiporras Rojas’ estaban en guerra con los Estados Unidos y con sus hermanos de sangre Tensaw.
El 30 de agosto, una gran partida cuya fuerza oscilaba entre 750 y 1.000 guerreros de los ‘Cachiporras Rojas’ liderados por los jefes Peter McQueen y William 'Águila Roja' Weatherford, deseando vengar el ataque anterior, asaltó Fort Mims, cuyas defensas consistían en una empalizada nada imponente y un pequeño reducto central. En su interior se apiñaban 271 soldados regulares estadounidenses, 175 milicianos y unos 70 guerreros Tensaw, además de centenares de colonos de todas las edades: ancianos, mujeres y niños, y hasta los esclavos de cada propietario.
Como si de una perfecta venganza por lo sucedido en la Batalla del Maíz Quemado se tratara, los ‘Cachiporras Rojas’ atacaron el endeble fuerte en plena hora del almuerzo, aprovechando que hasta los centinelas habían abandonado sus puestos para ir a manducar y que la puerta principal no cerraba demasiado bien porque solía atascarse en el suelo arenoso de la entrada.
La sorpresa fue total, aunque los defensores, a costa de grandes bajas, lograron rechazar a los asaltantes, que, a la vista de sus importantes pérdidas, no tenían muy claro si continuar el ataque. Entonces, se impuso el criterio de quienes ardientemente abogaban por vengar la vil traición que habían sufrido a manos de sus hermanos de sangre, los Tensaw, de los que no querían dejar uno vivo.
El ataque se reanudó, pues, a las 3 de la tarde, y esta vez sería definitivo. La débil empalizada no soportó el nuevo arreón de los nativos, que pronto se introdujeron en el recinto, mientras los defensores escapaban hacia el bastión. Mientras, la mayoría de los soldados, milicianos y de los Tensaw eran abatidos por la marea de guerreros Creek. A las cinco de la tarde, todo había terminado.
De los cinturones de los 'Cachiporras Rojas' colgaban no menos de 250 cabelleras, a las que se sumaban más de un centenar de cautivos, muchos de ellos los esclavos de los colonos, que ahora cambiaban de dueño, también y algunas mujeres y niños. El resto, salvo unos cuarenta soldados y un puñado de civiles que lograron escapar, yacía muerto o malherido en el suelo, mientras la empalizada y el bastión ardían por los cuatro costados. Cuando unas semanas más tarde llegaron las tropas estadounidenses a los restos calcinados del fuerte, contaron no menos de 247 cadáveres entre los defensores y un centenar de los atacantes.
La gran victoria de los 'Cachiporras Rojas' en Fort Mims, para muchos considerada la mayor masacre de colonos blancos a manos de los indios, constituyó un auténtico terremoto en la frontera, entre cuyos miles de colonos se propagó una incurable sensación de indefensión y de terror a las incursiones de los 'salvajes' o 'paganos', como entonces se llamaba en Norteamérica a los indígenas. Muchos colonos abandonaron sus tierras de Georgia y Alabama. La gran marea de refugiados colmató la pequeña ciudad de Mobile, multiplicando por diez su población habitual en torno a los 500 vecinos, todavía más cuando se supo que el Gobierno Federal no estaba dispuesto a mandar al Sureste sus tropas regulares cuando tenían que enfrentarse en el Norte a las experimentadas fuerzas anglocanadienses y sus miles de aliados indios, que amenazaban con tomar Washington e incluso Nueva York...
Este abandono a su suerte por parte de la autoridad federal, provocó que los estados de Tennessee y Georgia, y las autoridades del Territorio de Mississippi ordenasen una urgente y masiva movilización de sus milicias, reuniendo un gran ejército, con mucha caballería, la gran carencia de las naciones indias de los bosques, para atacar las 'ciudades' de los 'Cachiporras Rojas' y acabar de una vez con esa amenaza. Mandaba la fuerza un hábil y ambicioso coronel de milicias, Andrew Jackson (foto 9), que sumó a sus fuerzas un amplio contingente de aliados Cherokee (tradicionales enemigos de los Creek) bajo el mando del gran jefe Junaluska (foto 9), a los fieles Choctaw y a los Creek de la facción 'Cachiporras Blancas', sabedor de que para derrotar a los indios es también necesario contar con indios en tus filas. Entre sus tropas también hubo un importante refuerzo del Gobierno Federal, el 39 Regimiento del ejército regular.
Después de varios enfrentamientos armados, en los que fueron mermando las fuerzas, provisiones y suministros de los 'Cachiporras Rojas', que dependían tanto de la ayuda española y británica para reponerlos, la principal fuerza de éstos, unos 1.000 guerreros al mando del jefe Menawa (foto 8), se encontró en un recodo del río Tallapoosa llamado la Curva de la Herradura/Horseshoe Bend o Tohopeka (foto 7), con los 2.000 milicianos a pie y los 700 a caballo, más los 600 aliados indios al mando de Jackson, que contaba además con piezas de artillería; el enemigo más temido por los indios por delante de la caballería.
Como era de esperar, Jackson impuso su tremenda superioridad de fuego y de hombres. Al menos 550 'Cachiporras Rojas' se dejaron la vida en el campo de batalla y otros 300 fueron abatidos en su huida o intentando cruzar el río. Durante el combate, el bravo Junaluska salvó la vida de Andrew Jackson. Mientras, Menawa, huyó malherido hacia el Este con sus últimos 200 guerreros, entre los que también se encontraba Peter McQueen, en busca de refugio entre los Semínolas de los pantanos de Florida, sus tradicionales aliados y próximo objetivo de la expansión estadounidense por el Sureste. La batalla le había costado a los americanos 47 muertos y 159 heridos, además de 23 muertos y 43 heridos entre sus aliados indios. Unas pérdidas irrisorias comparadas con la casi completa aniquilación de sus otrora invencibles enemigos Muskogee.
En apenas unas horas, los Creek habían pasado de ser los incontestables amos de Alabama y Georgia a una nación destruida y perseguida, al borde del exterminio. Con su gran triunfo en Horseshoe Bend, Andrew Jackson ganó una formidable reputación en todo el país, que dos décadas más tarde le llevaría hasta la Casa Blanca como séptimo presidente de los Estados Unidos.
En esa batalla también combatió otro futuro presidente no menos legendario, el teniente Sam Houston, que recibió un flechazo y cuyo posterior triunfo contra los mexicanos del tiránico Santa Ana en la batalla de San Jacinto propiciaría la independencia de Texas y su acceso al cargo de presidente de la joven república de la Estrella Solitaria...
Apenas un año después de la batalla, los Creek/Muskogee cedían a los blancos la gran mayoría de sus tierras ancestrales... Jackson no tuvo piedad ni hizo distinciones entre sus propios aliados y despojó también de sus posesiones a los fieles 'Cachiporras Blancas', que asistían absolutamente anonadados e indignados a lo que estaba pasando en sus tierras. Así les pagaban los estadounidenses su lealtad y la traición a sus hermanos de sangre.
25 años después haría lo propio con los Cherokee, a los que envió al exilio y la muerte de miles de miembros de su gran nación en la llamada 'Senda de las Lágrimas' rumbo a Oklahoma, hasta el extremo de hacer renegar a Junaluska de haber salvado la vida de aquel despiadado personaje que años más tarde se lo agradecería sembrando la muerte y la ruina entre su pueblo, hasta su casi total destrucción... Un prócer de la patria para los norteamericanos, que veneran su figura -hasta aparece en los billetes de 20 dólares, al menos hasta 2020- y al que define perfectamente, según los estándares actuales, el cartel que es la penúltima imagen del post.
Dramáticos acontecimientos que contrastan con la alegre conmemoración que se celebra cada año de la masacre de Fort Mims...
Así de vilmente cruel es la vida... y así se escribe la historia...
2 comentarios:
Aunque sea anacrónico y, muy probablemente, injusto habida cuenta de las condiciones de cada época, los estadounidenses paracen aplicar a sus aliados indígenas el "Roma no paga a traidores" de los clásicos. No escaparon a su destino los mencionados en el post y recuerdo que los exploradores apaches que ayudaron a derrotar a Geronimo fueron deportados a Florida en compañía de los irredentos chiricahuas a penar en el subtrópico durante muchos años. Supongo que sería demasiado pedirles a los creeks o a los apaches decimonónicos algo así como "conciencia nacional" o "identidad colectiva nativa", en eso los "blancos" jugaban con ventaja y podían explotar sus diferencias y rencillas. Ni Tecumseh ni Cochise podían gritar "La Patrie en danger" con el mismo efecto que Carnot.
Ciertamente. De hecho, Tecumseh fue el último jefe de guerra nativo en aglutinar en torno a su persona una gran confederación india...seguramente la más poderosa, muy por encima de la del jefe Pontiac de los Ottawa. Tecumseh pudo contar con unos 5.000 guerreros dispersos en una inmensa zona entre los Grandes Lagos y el Sureste, además de su Shawnee, había también Iroqueses, Chickamauga, Meskwaki (Fox/Renards), Miami, Mingo, Ojibwa, Ottawa, Kickapoo, Delaware (Lenape), Mascouten, Potawatomi, Sauk y Wyandot (Hurones).
Lo de Toro Sentado en Little Big Horn apenas se limitó a los Lakota/Dakota (Sioux), Cheyenne y un puñado de Arapaho... Custer llevaba consigo 4 exploradores Crow y 2 Pawnee... de nuevo explotando las rencillas ancestrales entre tribus... pero es que así mismo es como Hernán Cortés conquistó el imperio azteca con un puñado de soldados...
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