jueves, 28 de diciembre de 2017

El Canfin, gloriosa cumbre del espanglish




 Costa Rica es el único país del mundo donde los quinqués y los aviones no utilizan queroseno sino 'CANFÍN'... y uno se pregunta... ¿esto del canfín será alguna palabra indígena procedente de las ocho principales etnias nativas del país (Bribri, Cabécares, Ngöbes, Malékus, Borucas, Teribes, Huetares o Chorotegas) y por eso la exclusividad del término...?

La explicación es menos romántica de lo que cabría esperar, según la RAE (en su edición de 2001): El origen de la palabra se remontaría a cuando a Costa Rica llegaban cilindros de 50 galones de dicho combustible, etiquetados con la frase "Can Fine Kerosene" (probablemente las palabras "Can Fine" estaban más destacadas en la lata que el producto en sí). De "Can Fine" (mal pronunciado, pues en esos tiempos casi nadie sabía inglés) a "Canfín" fue solo cuestión de tiempo. Lógicamente, también se llama 'canfinera' en la tierra de Keylor Navas al quinqué o lámpara que quema canfín o nafta (gasolina).

También, con algo de cachondeo, se conoce como 'canfin' en las zonas rurales del país centroamericano al alcohol de contrabando, lo cual es bastante indicativo de su buqué... (qué espanto de la RAE, con lo bien que suena el galicismo 'bouquet'...menos mal que aún no se les ha ocurrido cambiar 'gourmet' por 'gurmet' o 'gurmé'...).

Sin embargo, el filólogo costarricense Carlos Alonso Vargas postula otro origen realmente interesante para el palabro, y pugna en sus escritos para que la RAE admita un origen del término que, lejos de proceder de la ignorancia popular, vendría de todo lo contrario: del conocimiento científico.

En su docta y bien documentada opinión, 'canfín' deriva en realidad del vocablo inglés 'camphene' (que, como todos imagináis, se pronuncia de manera muy parecida a 'canfín') y que aparece por primera vez en 1847 en el diccionario Merrian-Webster, e cuyas páginas se lo define como: "Cualquiera de varios terpenos relacionados con el alcanfor; especialmente un terpeno cristalino incoloro C10H16 usado en insecticidas".

El canfeno o camfeno, de aroma acre y algo picante al olfato, está también presente en los aceites de ciprés, citronela, flores de naranjo o neroli, jengibre y valeriana, empleados en perfumería y cosmética. Recuerda Vargas que "terpeno", según el DRAE del 2001, es "nombre común a ciertos hidrocarburos que se encuentran en los aceites volátiles obtenidos de las plantas, principalmente de las coníferas y de los frutos cítricos", y que "terpeno" viene del inglés terpene, que deriva asimismo de la palabra alemana "terpentin" ('aguarrás', también llamada en español trementina o esencia de pino)...

Así, según el filólogo centroamericano, el "canfín" habría sido la manera en que se denominaba en Costa Rica a un hidrocarburo para uso doméstico (el terpeno/canfeno) y el uso del término se extendió posteriormente también a otro hidrocarburo muy empleado en los hogares (el queroseno)...

Paradójicamente, y pese a ser un término muy empleado en la industria química, la última aparición del 'canfeno' como tal en el diccionario de la RAE data de la edición de 1936, en la que figura como sinónimo del 'canfénico': "hidrocarburo que se extrae de algunas plantas, como el jengibre, el espliego y el romero". Ambas entradas, 'canfeno' y 'canfénico', fueron eliminadas por la RAE en las reediciones posteriores del diccionario.

Así que, salvo que el profesor Vargas tenga razón en su rebuscada y original teoría, el canfín tendría un origen menos enrevesado y científico en favor de la procedencia más popular del término... tal y como sucede con otras denominaciones del queroseno en Iberoamérica: luz brillante (Cuba), kerex (Ecuador), parafina (Chile) o trementina (República Dominicana)... en todos estos países, además de como combustible para iluminación, se emplea como líquido repelente de piojos, pulgas y niguas o ácaros rojos...

P.D. : El caso cubano también es de lo más curioso. En Cuba, una de cada dos cocinas emplea 'luz brillante' o queroseno como combustible para cocinar, generalmente sobre un quemador Primus de origen sueco...

Todo ello se remonta a la época de soberanía española en la perla del Caribe, al año 1882, cuando John D. Rockefeller, construyó en la desembocadura del Río Almendares, en lo que se conoce como La Chorrera, una pequeña refinería para producirlo y posteriormente comercializarlo a través de la marca “Luz Brillante” (para que luego digan que EE UU no tenía intereses económicos para arrebatarnos la entonces inmensamente rica isla), y con ese nombre tan metonímico se ha quedado hasta hoy el queroseno en Cuba.

La luz eléctrica no llegó a tierras cubanas hasta 1889, año en que se iluminaron de esta revolucionaria manera las calles comerciales más céntricas de ese gran emporio español de riqueza que todavía era La Habana...

martes, 26 de diciembre de 2017

La formidable carabina Spencer, tantos tiros como días tiene la semana...








Cuando la gente escucha en la misma frase 'rifle de repetición' y 'Oeste', su cerebro asocia una tercera palabra a la ecuación: 'Winchester'.... y, sin embargo, tal vez debiera decantarse por 'Spencer'.... ya que fue este arma, en su versión de rifle y de carabina, la verdadera arma larga de repetición clave en el triunfo de la Unión en la Guerra de Secesión estadounidense... las armas Spencer, muy eficaces y fiables, estaban limitadas a las 7 balas que podían alojar sus culatas en un revolucionario cargador tubular que es el antepasado de los de nuestras actuales pistolas y fusiles de asalto... (los Winchester alojan sus 11-14 balas en el largo tubo que llevan debajo del cañón). Se recargaba rápidamente gracias a los entre 6 y 13 cargadores que podía albergar la llamada Caja de Cartuchos Blakeslee, lo que les garantizaba una impresionante cadencia de fuego de 20 balas por minuto, frente a los 2-3 disparos de los rifles de avancarga de la infantería y caballería enemigas...

Aunque la caballería sudista resultaba incomparablemente mejor que la nordista, la potencia de fuego que otorgaba a esta última la carabina Spencer, fue decisiva en el desenlace del conflicto. La gran escasez de cobre en el Viejo Sur, fundamental para la fabricación de sus excelentes cartuchos que resistían como pocos la humedad y el paso del tiempo gracias a su perfecta estanqueidad, hacía imposible la producción de un arma de similares características para el ejército sudista. Arma que fue adoptada casi de casualidad, tras ser descartada por las autoridades militares de la Unión, y que obligó a su inventor a pedir al presidente Abraham Lincoln, por dos veces, una demostración de su rifle.

El 'Viejo Abe' quedó tan impresionado que ordenó su inmediata adopción por las tropas federales. Paradójicamente, en el momento de su captura, John Wilkes Booth, el asesino de Lincoln, estaba armado con una carabina Spencer.

Tal éxito no podía pasar desapercibido a su principal competidora, la Winchester, que apoyada en el inmenso éxito de su Winchester 66, arma muy superior técnicamente y en lo que a su munición se refiere respecto del Spencer, terminó adquiriendo esta última compañía en 1869 y cancelando su producción de inmediato. Algunas de las excelentes carabinas Spencer terminaron sus días de gloria equipando a los rebeldes japoneses (foto 5) de la Guerra del Año del Dragón (la Guerra Boshi) y la Rebelión Satsuma, inspiradoras ambas de ese entretenido pastiche carente de todo rigor histórico que es 'El Último Samurai' - los defensaores de la tradición también empleaban todas las armas de fuego que caen en sus manos, no sólo lanzas, arcos y espadas- o en manos de las tropas de Napoleón III (fotos 6 y 7) que fueron derrotadas en la Guerra Franco-Prusiana.

Aunque en 1881 habían pasado 12 años desde entonces y existían rifles mejores, Ned Logan (Morgan Freeman), continuaba aferrado a su veterano y fiable Spencer de sus tiempos como forajido cuando su viejo compadre William Munny (Mr Eastwood) vino a ofrecerle el que sería su último trabajo, antes de morir torturado a manos del cruel sheriff 'Little Bill' Daggett (un detestable y genial Gene Hackman)... 'Sin perdón'... esa gran obra maestra...y qué gran homenaje a esos veteranos que se negaban a desaparecer por las buenas...Munny, Logan... y la preciosa carabina Spencer...

lunes, 18 de diciembre de 2017

Ají no Nanban-zuke... el triunfo de la fritura y el escabeche ibérico en tierras niponas




 Uno de mis pescados favoritos, a pesar de su humildad, su menor popularidad respecto de otras especies y la incomprensión que suelen generar entre los comensales el afilado blindaje óseo de su cola y sus abundantes espinas es el plateado jurel... Pero su carne es tan soberbia, que todo se le disculpa...

Igual deben de pensar en Japón, para cuyos habitantes, la mayor delicia procedente del mar son los jurelillos pequeños (Ají), poco más largos que un dedo, que allí devoran a millones principalmente en forma de 'Aji no Nanban-zuke' (jurelillos escabechados al estilo Nanban): pasados por harina y bien friticos y cubiertos de una marinada de verduras, o bien en fileticos abiertos y sin espinas, rebozados en la famosa harina panko y fritos bien crujientes... Buen gusto el de los nipones para el jurel y cómo sacarle el mejor partido...mmmmm.... 

Y ahora, veamos el origen del Nanban - zuke o "marinada o escabeche al estilo Nanban". Nanban es una antigua palabra, derivada de otra china, 'nanman', que significa "pueblos del Sur" y que los nipones aplicaban a los chinos y al resto de pueblos asiáticos, aunque con el tiempo adquirió un significado peyorativo: "bárbaros del Sur". Cuando los portugueses , españoles y holandeses llegaron a Japón por primera vez como misioneros, marinos y comerciantes en el siglo XVI , fueron llamados 'Nanban, porque arribaron al Japón procedentes del Sur.

En Japón , el término ha perdido su sentido xenófobo y ofensivo original, y se emplea hoy en día para describir las cosas novedosas e interesantes que fueron traídos por los Nanban europeos, en particular en cuestiones de alimentación. 

El Nanban - zuke es uno de los métodos de cocción novedosos introducidos en Japón hace unos 400 años, en un doble aspecto: por un lado, la cebolla y la guindilla eran ingredientes ajenos a los japoneses de la época e introducidos desde China; y por otro, el freír los alimentos con aceite y luego marinar (zuke) la carne frita o el pescado en vinagre, dos nuevos métodos de cocción propios de españoles y portugueses, ajenos hasta entonces a la culinaria nipona de la época... Y que equivalen a una especie más rudimentaria y sencilla de pescaíto frito en escabeche.

 ¡Qué ricos los jureles siempre, y más como Ají no Nanban-zuke...!

martes, 12 de diciembre de 2017

Tres preciosas hermanas de efímero esplendor...



 
La todopoderosa Nippon Yusen Kabushiki Kaisha (Línea de Correo Marítimo de Japón) o N.Y.K. Line era la compañía naviera más importante del Imperio Japonés, y uno de los pilares del gigantesco conglomerado económico e industrial que conocemos como Mitsubishi. Al inicio de la Segunda Guerra Mundial contaba con una flota de 36 transatlánticos y 186 cargueros, que fueron puestos a disposición de la Armada Imperial en misiones de transporte, buques hospital o reformados como portaaviones y otros buques armados.

Especialmente cruel fue el destino de tres modernísimos y elegantes transatlánticos recién alistados entre junio de 1940 y mayo de 1941, los Nitta, Yawata y Kasuga, llamados las 'tres hermanas' -los barcos se consideran nombre femenino en inglés y japonés- a los que les esperaba el ser convertidos en portaaviones ligeros de escolta de la clase Taiyo (los Taiyo, Chuyo y Unyo, respectivamente) apenas un año después de su entrada en servicio en la compañía naviera... Capaces de portar hasta 30 aeroplanos en misiones de transporte de aviones, escolta o entrenamiento, ninguno de ellos llegó a flote al año 1945...Podéis leer en este enlace su historial de combate... http://en.m.wikipedia.org/wiki/Taiyō_class_escort_carrier

Otros dos buques de la compañía, el Kashiwara Maru y el Izumo Maru, fueron también convertidos en portaaviones, los Junyo y Hiyo, con similar destino a sus compañeros. De la inmensa flota que alineaba la N.Y.K. Line antes del comienzo de las hostilidades en el Pacífico, sólo sobrevivieron al conflicto 35 mercantes y un transatlántico, y todos ellos fueron requisados y entregados a países aliados de Asia ocupados por Japón.

A partir de 1950 fue poco a poco renaciendo de sus cenizas, y hoy cuenta con 55.000 empleados, una línea de transporte aéreo y una flota de 776 grandes buques, la inmensa mayoría de ellos de carga y portacontenedores, incluidos 78 petroleros y 30 gaseros, y sólo 3 cruceros de pasajeros en su filial Crystal Cruisers. Pero ninguno con el encanto y la bella elegancia de las 'tres hermanas'... 


El inglés cuya fascinante existencia inspiró 'Las cuatro plumas'









William Gifford Palgrave fue uno de los personajes más fascinantes del siglo XIX. Nacido en Westminster, fue el segundo hijo de unos aristócratas de gran relevancia social por sus logros artísticos e intelectuales y su buena posición económica. Llevó a cabo sus estudios universitarios en el Trinity College de Oxford con brillante expediente académico en Humanidades y Ciencias Matemáticas, y tras servir como teniente en un regimiento de infantería en la India, se convirtió al catolicismo y fue ordenado sacerdote en la residencia jesuita de Madrás.

Realmente curiosos eran sus orígenes judíos, del linaje sacerdotal de Aarón, el hermano de Moisés, convenientemente enmascarados por su padre, nacido como Francis Ephraim Cohen, un reputado intelectual e historiador que entró al servicio del influyente banquero, coleccionista y botánico Dawson Turner, con cuya hija Elizabeth se casó, no sin antes convertirse a la fe anglicana, y adoptar, con permiso de la corona, el apellido de soltera de su suegra, Palgrave, dejándose también en el camino el nombre de Ephraim. Cambios que, con toda probabilidad, le exigiría su padre político para entrar a formar parte de la reconocida familia Turner. Francias Palgrave fue está considerado el fundador de los Archivos Nacionales del Reino Unido, que dirigió hasta su muerte en 1861, siendo nombrado caballero en 1832. Curiosamente, en este juego de identidades mudables, su suegra Mary Palgrave pasaría a la posteridad como una de las primeras mujeres artistas de su país, la famosa grabadora y retratista Mary Dawson Palmer. El matrimonio tuvo cuatro hijos, todos ellos destacados hombres dedicados a las letras, la economía o la política.

Volviendo a las peripecias del segundo de ellos, el joven William Gifford, tras aprender árabe en Siria durante su sobresaliente servicio como misionero, en el que fundó muchas escuelas y convirtió al catolicismo a no pocos musulmanes antes de regresar a Europa tras las masacres de los cristianos sirios en 1861 (poco antes había renunciado a la petición de los cristianos maronitas de ejercer como su instructor y líder militar aprovechando su experiencia previa en la India) a manos de los radicales drusos, de las que escapó por los pelos, mostró su disposición a introducirse en Arabia Central, entonces considerada una 'terra incognita' de la que no se sabía nada en Occidente, en labores de espía con una doble intención: informar a la Compañía de Jesús, por un lado, y también a Napoleón III, su patrocinador y aliado del Vaticano, que mostraba un gran interés por crear un imperio colonial francés en tierras ocupadas por los otomanos.

Considerado por sus contemporáneos un maestro del disfraz, el bueno de William se hizo pasar por un médico sirio (ese era el acento del árabe que había aprendido) cristiano y recorrió Arabia acompañado de un sirviente, Barakāt al-Shami (sus peripecias inspiraron, entre otras joyas literarias, 'Las cuatro plumas', cuyo autor, A.E.W. Mason también ejerció de espía en España y México). En Ryad, capital del emirato de Najd, trabó amistad con el emir, Faisal Al Saud, y con su hijo Abdallah, que no cesaba de pedirle que le suministrase estricnina, que Palgrave estaba convencido de que quería emplear para envenenar a su padre.

Al final, y tras un monumental escándalo, ya que hubo árabes que decían conocerle de su etapa como misionero en Damasco, Palgrave fue descubierto, acusado de espionaje y condenado a muerte, aunque salvó su cuello de milagro gracias a su labia y su presencia de ánimo. Después, viajó a Bahrein y Omán, antes de regresar a Inglaterra y recoger todas sus vivencias en su libro 'Personal Narrative of a Year’s Journey through Central and Eastern Arabia', publicado en 1865, un auténtico best seller de la época, en el que se cuida muy mucho de relatar las verdaderas razones de su viaje (lo de espiar en favor de Francia y el Vaticano no estaba demasiado bien visto en su país).

Una de sus últimas proezas fue conseguir la liberación del cónsul británico y de otros compatriotas retenidos como cautivos por el rey Teodoro de Abisinia, la actual Etiopía...

Tras su vuelta a casa, renunció a la fe católica y entró a trabajar como diplomático al servicio del Foreing Office, se casó con Katherine, una joven aristócrata de Norwich con la que tuvo tres hijos... Entre sus exóticos destinos como cónsul (en la Georgia turca, Bulgaria, Trebisonda, Bangkok, Montevideo, las Islas Vírgenes estadounidenses...), también estuvo Manila, cuando aún era parte de España, así que es bastante probable que fuera conocido de alguno de mis familiares que residían entonces en la perla filipina. Precisamente, durante su estancia en tierras tailandesas, cuyo clima le supuso un auténtico tormento, aprovechó un permiso para viajar hasta Japón, donde conoció y se rindió a la sugerente pureza de la religión shintoísta. El clima uruguayo, tan diferente al de su amado Oriente Medio, le pasó factura y finalmente una bronquitis mas curada le terminó llevando a la tumba a la edad de 62 años, siendo trasladado su cuerpo al cementerio de Fulham, donde hoy sigue enterrado. Como no podía ser menos en aquel hijo de judío converso con una vida espiritual tan variada y compleja, tres años antes de reunirse con su Creador, William Gifford Palgrave había recuperado su fe católica, en la que murió reconfortado.

Dos aspectos llaman mucho la atención de su famosos viaje por Arabia: el primero es que, tras constatar la fuerza y el fanatismo religioso de los wahabitas, informó a sus superiores de la Compañía de Jesús de lo infructuosa (y peligrosa) que resultaría cualquier misión católica a la zona; y el segundo, y más significativo, el desconocimiento de la inmensa mayoría de árabes sobre lo que sucedía más allá de sus fronteras, pues muchos estaban convencidos de que el islam era la única religión en el mundo y que Europa era un remoto distrito sometido al Imperio Otomano, el único gran poder político que conocían...

Actitudes y creencias que, en parte, siguen estando muy vigentes en la zona 150 años después...

lunes, 11 de diciembre de 2017

Las truculentas pirámides de Nueva York ¡VAE VICTIS!










Antes que París, Astaná o Las Vegas, la ciudad de Nueva York tuvo también una gran pirámide en el centro de su casco urbano o, más bien, cinco de ellas, aunque de forma efímera a pesar de la robustez de las mismas. El quinteto conformaba la llamada ‘Vía de la Victoria’, un paseo al más genuino estilo de aquellos donde los generales y césares romanos exhibían sus triunfos militares. Tales construcciones fueron ideadas por ciertas mentes pensantes que veían en esta demostración de poderío militar, una buena manera de humillar a los ya derrotados ‘Hunos’, pues así eran llamados los soldados alemanes por británicos y estadounidenses durante la Primera Guerra Mundial, tras un desafortunado discurso del Kaiser con motivo de la Rebelión de los Boxers, en el que comparó a sus propios soldados enviados a China con unos modernos hunos a las órdenes de Atila que no dudarían en aniquilar a cuantos chinos osaran atacar o producir daños a los alemanes destacados en el país asiático.

El general Pershing, mando supremo de las tropas yankees en Europa durante la contienda, envió a casa unos 100. 000 cascos germanos para que fueran repartidos como trofeo entre los compradores de la quinta emisión de bonos de guerra. Pero, para hacer más atractiva la adquisición, se decidió darle un valor ‘artístico y monumental’ a los yelmos tudescos. Y qué mejor manera que apilar los cascos en cinco pirámides de punzante superficie, la más famosa de las cuales reunía 12.000 piezas perfectamente colocadas y estaba ubicada enfrente de la conocida estación Grand Central Terminal, escoltada por dos cañones alemanes capturados (los triunfos romanos siempre eran acompañados de la panoplia de los vencidos, que se lo digan a los pies del Julio César uderzogoscinnyano, foto 6) y coronada, al parecer, por lo que podría ser una escultura en metal dorado de la diosa griega Niké, la divinidad asociada a la Victoria… El conjunto lo completaban columnas blancas de estilo clásico rematadas por águilas (otro guiño a la imperial Roma y sus legiones, foto 4), coronas de laurel (idem) y unos altavoces suspendidos en el aire cuya forma recuerda a la trompetilla de baquelita con la que el bueno del Profesor Silvestre Tornasol intentaba mitigar los efectos de la sordera.

Tal y como refleja la imagen, muchos de estos cascos se correspondían con el característico PICKELHAUBE (literalmente, gorro con pincho, foto 7), el pequeño casquete de cuero y refuerzos metálicos coronado con un prominente pincho metálico popularizado por los prusianos en el siglo XIX, por ser una imagen usual asociada a sus múltiples victorias militares , pero que en 1918 era un excendente de guerra, al haber sido sustituido a partir de 1916 por el excelente y conocidísimo ‘Stahlhelm’, que multiplicaba por mucho la protección de la cabeza frente a la metralla, y asociado desde entonces a nivel popular con el casco germano por excelencia.

A nadie escapa tampoco, el gran simbolismo que entrañan en sí las pirámides, ya sea por su presencia en los billetes estadounidenses, por lo vistoso de la construcción en medio de la ciudad, tanto desde el punto de vista religioso (la mejor manera de acercarse a la divinidad que reside en las alturas) como del masónico o también del más macabro, al evocar aquellas pirámides que los asirios erigían con las cabezas y las manos derechas de sus enemigos derrotados, tal y como atestiguan los infortunados elamitas caídos bajo la espada de Assur de la última foto del post…

y es que, como exclamó el caudillo celta Brennus al imponer sus leoninas condiciones de tributo (mil libras romanas en oro puro = 327 kg a cambio de no asaltar la ciudad de Roma) a sus enemigos romanos, aún lejos todavía de ser aquella implacable máquina de guerra capaz de conquistar medio mundo... ¡Ay, de los vencidos! ¡VAE VICTIS!