Seguramente sea, a pesar de la precariedad de medios con la que está rodada, 'Los últimos de Filipinas' http://es.youtube.com/watch?v=JcnDCD6fD7g la mejor película de guerra filmada jamás en España (desde luego, le da a 'Alatriste' tres mil patadas) http://es.youtube.com/watch?v=-kabloTIt6s&feature=related. Dirigida por Antonio Román en 1945, cuando la Segunda Guerra Mundial vivía sus últimas horas, y estrenada en una fecha tan carismática en nuestro país como el 28 de diciembre, el filme refleja una de las mayores gestas de la historia militar de todos los tiempos, comparable a la de El Álamo, el asedio de las legaciones diplomáticas de Pekín por los Boxers, Rorke's Drift (que tan maravillosamente refleja la película 'Zulú' de Cy Enfield) o Camerone, entre otras, como fue el terrible asedio al que fueron sometidos, durante casi un año, apenas 55 españoles pertenecientes al 2º Batallón de Cazadores, en la pequeña iglesia de Baler, isla de Luzón (Filipinas).
Lo increíble es que, de los 337 días que duró el terrorífico sitio, en los que centeares de insurgentes tagalos armados hasta los dientes intentaron tomar infructuosamente la pequeña iglesia convertida en improvisada fortaleza, la mayor parte del tiempo los defensores desconocieron, y tampoco quisieron creerlo cuando emisarios militares españoles así se lo dijeron, que España, en virtud del infausto Tratado de París de 10 de diciembre de 1898, había renunciado hacía meses a la soberanía que ejercía sobre las Filipinas desde 1521. El oficial español al mando de los asediados creía firmemente que los periódicos de 1889 que le mostraban los filipinos en los que se leía que las islas habían dejado de ser españolas, eran una trampa de los aviesos asiáticos. Sólo cuando leyó en esos diarios una noticia de España que afectaba a un íntimo amigo suyo comenzó a ser consciente de que en realidad llevaban meses luchando heroicamente por una causa perdida meses atrás, un momento que refleja con especial emoción y realismo la película.
Los filipinos ofrecieron a los españoles una rendición honrosa, y los 'kastilas' (como llamaban los tagalos a los españoles, por su origen castellano) abandonaron la ya legendaria iglesia de Baler con sus armas al hombro, famélicos y vestidos con harapos, pero con el porte y la dignidad propios de unos indomeñables guerreros espartanos. Del contingente inicial de asediados, quedaban con vida tan solo 33 valientes. Era el 2 de junio de 1899. Conmovido por la numantina e inquebrantable resistencia de los españoles, el primer presidente de la república de Filipinas, Emilio Aguinaldo, promulgó apenas un mes después un decreto en el que ensalzó a estos "hijos del Cid y Pelayo", a quienes calificó de "amigos" del pueblo filipino en lugar de prisioneros de guerra y mediante el cual se les facilitaba el regreso a sus hogares. En recuerdo de esa generosidad y espíritu de concordia entre dos pueblos hermanados durante siglos, el Congreso Filipino, a propuesta del senador Edgardo J. Angara, instituyó en 2002 que cada 30 de junio, fecha del decreto de Aguinaldo, se celebrase el 'hispanofilipino day' o 'Fil-Hispano Friendship Day' http://es.youtube.com/watch?v=lB_lcbNLSwc&feature=related .
Entre los muertos estaban el jefe de la guarnición española, el capitán Enrique de las Morenas, el teniente Juan Alfonso Zayas y el párroco, Fray Cándido Gómez Carreño...quedando al mando el teniente Saturnino Martín Cerezo, al que asistía como buenamente podía, a pesar de su delicado estado de salud el teniente médico provisional Rogelio Vigil de Quiñones (con cuyo nombre se bautizaría años más tarde el Hopital Militar de Sevilla). Muchas de las bajas españolas se debieron más a las enfermedades por malnutrición que a las balas y cañonazos de los asaltantes.
Las calamitosas condiciones higiénicas a las que se vieron sometidos los sitiados y el beriberi ("la peste" en la película) causaron estragos y se llevaron por delante al mismísimo De las Morenas y a un buen número de sus hombres. Entonces se desconocían los perniciosos efectos que sobre la salud tenía el consumir arroz descascarillado, como eran esos 4.500 kg de la variedad autóctona de arroz llamada 'Pelay' sobre los que basaron su alimentación los sitiados en los primeros meses de asedio, junto con manteca de cerdo (que con el discurrir del tiempo se volvió asquerosamente rancia), habichuelas (agusanadas al ir pasando los meses), algunas verduras que cultivaron en un improvisado huerto en el patio de la iglesia, la carne fresca recién sacrificada de unos pocos carabaos o búfalos de agua empleados como animales de tiro por los campesinos locales, las ratas y demás pequeños mamíferos que podían cazar, y un poco de café. Una vez regresados a España, los supervivientes fueron recibidos como héroes, y a Martín Cerezo le fue concedida la Laureada, la más alta condecoración militar española, por su increíble gesta. La proeza de Baler causó una honda impresión entre los ejércitos de medio mundo, reflejando las máximas virtudes que siempre definieron al soldado español, y aún en tiempos de la Segunda Guerra Mundial era puesta como ejemplo en las academias militares de los mismísimos Estados Unidos...Esta gesta galvanizó al país tras tantas desgracias y desastres, y bien puede decirse que refleja a la perfección la idiosincrasia, la valentía, la resistencia, y, cómo no, también la tozudez, que históricamente han caracterizado al soldado español...(al menos hasta estos tiempos actuales de reparto magdalenero y ocupaciones bomberiles a las que se ven condenadas nuestras fuerzas armadas por esos mundos de Dios).... y más aún si se tiene en cuenta que entre los 55 héroes de Baler había representantes de casi todas las regiones (hoy comunidades autónomas) de España, archipiélagos incluidos. Procedentes de la Región de Murcia eran los soldados Luis Cervantes Dato, natural de Mula, y Francisco Real Yuste, de Cieza http://es.youtube.com/watch?v=wGQdvdg6ZkQ&feature=related.
La película de Antonio Román ha envejecido de lujo y que fuera un éxito es tanto parte de la historia que cuenta como del talento mostrado por un elenco de actores irrepetible, entre los que estaban algunos de los más destacados intérpretes del cine de la España franquista como Armando Calvo, en el mejor papel de su carrera; Guillermo Marín, estupendo en el rol del médico; el siempre magnífico Manolo Morán, o Juan Calvo, el bonachón Fray Papilla de ‘Marcelino Pan y Vino’, y aquí aguerrido cabo José Olivares (natural de Caudete, Albacete, entonces también parte de la Región de Murcia); con otras jóvenes promesas, como Carlitos Muñoz (toda una figura de entonces y, para mí, el Anthony Perkins español, tanto por su físico como por los papeles de joven atormentado que siempre le tocaba interpretar); el fornido Conrado San Martín, llamado a ser galán de postín de nuestra cinematografía; el siempre eficaz Adriano Domínguez, fallecido este pasado 20 de junio (todo un actorazo de teatro y televisión, va por usted, maestro); un vigoroso Fernando Rey llamado ya entonces al estrellato y que además se liga a la tía buena de la película, la tagala Tala (¡¡¡toma pareado!!!), interpretada por la exótica cantante Nani Fernández, que a todos seduce con su legendario ‘Yo te diré’ http://es.youtube.com/watch?v=YRu0ma39VNY que aún hoy canta (cada vez menos, lamentablemente) con nostalgia la gente; y un jovencísimo y travieso Tony Leblanc en su segunda incursión en la pantalla grande (¡debutó hace ya 64 años!), que le consagró para siempre con ese estilo suyo tan personal de actuar…
Y al frente de todos ellos, un murciano universal, pues si en Baler combatieron dos (o tres, según se mire) de ellos como héroes, era de justicia que algo del carácter adusto, sufrido, emprendedor y perseverante que caracteriza a las gentes de nuestra tierra se reflejara también en la película. El gran Pepe Nieto (en la última foto, de la película ‘Escuadrilla’, en el centro y con bigote), uno de los actores españoles pioneros en Hollywood y participante habitual en todas las superproducciones que rodaron los estadounidenses en España, lo borda en el papel del capitán Enrique de las Morenas. Fantástica esa frase del comienzo, cuando izan la bandera de España en el campanario de la iglesia y dice aquello tan memorable de: "No es un desafío... es, simplemente, dar fe de que estamos aquí" (hoy, que todos los españoles somos todos bastante más vulgares y malhablados que antaño, nuestros oficiales en Afganistán o en el Líbano ante los talibanes o los chiítas de Hezbollah probablemente soltarían algo así como: "No es por joder…, pero es lo que hay"....).
Fantástico Pepe Nieto hasta el momento de su muerte por “la peste” (el beriberi), como refleja la penúltima foto. A partir de entonces, el protagonismo recae en Armando Calvo, magistral, dado el ampuloso estilo de interpretación (tan “a la antigua”, si se me permite) que siempre le había caracterizado. Y curioso el incidente, verídico, que se cuenta en la película, de que los únicos que intentaron liberar a los españoles con el envío de tropas fueron sus antiguos enemigos estadounidenses, aunque los marines desembarcados por el crucero ‘Yorktown’ fueron masacrados por los propios tagalos, hasta entonces aliados de los yankees, pues no querían cederles a los gringos la presa que con tanto ahínco resistía en la iglesia fortificada.
El masivo éxito del filme vino también condicionado no sólo por la espléndida puesta en escena (salvo la escena del ‘Yorktown’, los decorados cantan menos por cartón piedra que nunca para ser un filme de la época, tal vez gracias a los numerosos planos de exteriores) y a un guión estupendo de Enrique Llovet, Pedro de Juan, Enrique Alfonso Barcones, Rafael Sánchez Campoy y el propio Antonio Román, que previamente había triunfado como serial radiofónico…Para muchos españoles, en aquel tenebroso año de 1945 en que los Aliados acababan de ganar la Segunda Guerra Mundial tras machacar a los países tradicionalmente amigos del Régimen, el asedio de Baler, en el que un puñado de valientes resistía numantinamente olvidados por el resto del mundo, era algo similar, una verdadera metáfora de lo que le esperaba a partir de entonces a España, condenada a ser un paria internacional, aislada por el resto de naciones en lo político y lo comercial (salvo excepciones como la Argentina de Perón), hasta que firmó en 1953 los Acuerdos de Cooperación con Estados Unidos….los héroes de Baler resistieron un año, pero a la vieja y maltrecha piel de toro que tuvo que subsistir en tan precarias condiciones a la posguerra mundial todavía le esperaba afrontar ocho años de penurias que hubo de sobrellevar como mejor pudo….
Este post está dedicado a esos grandes héroes de Baler, a todos cuantos hicieron posible ese peliculón que sigue siendo ‘Los últimos de Filipinas’, que aún hoy me pone la carne de gallina, con especial recuerdo al gran Pepe Nieto, y a mi familia, buena parte de la cual abandonó en 1897 nuestra soñada Manila para venirse a vivir a Murcia, la tierra de sus ancestros
Y al frente de todos ellos, un murciano universal, pues si en Baler combatieron dos (o tres, según se mire) de ellos como héroes, era de justicia que algo del carácter adusto, sufrido, emprendedor y perseverante que caracteriza a las gentes de nuestra tierra se reflejara también en la película. El gran Pepe Nieto (en la última foto, de la película ‘Escuadrilla’, en el centro y con bigote), uno de los actores españoles pioneros en Hollywood y participante habitual en todas las superproducciones que rodaron los estadounidenses en España, lo borda en el papel del capitán Enrique de las Morenas. Fantástica esa frase del comienzo, cuando izan la bandera de España en el campanario de la iglesia y dice aquello tan memorable de: "No es un desafío... es, simplemente, dar fe de que estamos aquí" (hoy, que todos los españoles somos todos bastante más vulgares y malhablados que antaño, nuestros oficiales en Afganistán o en el Líbano ante los talibanes o los chiítas de Hezbollah probablemente soltarían algo así como: "No es por joder…, pero es lo que hay"....).
Fantástico Pepe Nieto hasta el momento de su muerte por “la peste” (el beriberi), como refleja la penúltima foto. A partir de entonces, el protagonismo recae en Armando Calvo, magistral, dado el ampuloso estilo de interpretación (tan “a la antigua”, si se me permite) que siempre le había caracterizado. Y curioso el incidente, verídico, que se cuenta en la película, de que los únicos que intentaron liberar a los españoles con el envío de tropas fueron sus antiguos enemigos estadounidenses, aunque los marines desembarcados por el crucero ‘Yorktown’ fueron masacrados por los propios tagalos, hasta entonces aliados de los yankees, pues no querían cederles a los gringos la presa que con tanto ahínco resistía en la iglesia fortificada.
El masivo éxito del filme vino también condicionado no sólo por la espléndida puesta en escena (salvo la escena del ‘Yorktown’, los decorados cantan menos por cartón piedra que nunca para ser un filme de la época, tal vez gracias a los numerosos planos de exteriores) y a un guión estupendo de Enrique Llovet, Pedro de Juan, Enrique Alfonso Barcones, Rafael Sánchez Campoy y el propio Antonio Román, que previamente había triunfado como serial radiofónico…Para muchos españoles, en aquel tenebroso año de 1945 en que los Aliados acababan de ganar la Segunda Guerra Mundial tras machacar a los países tradicionalmente amigos del Régimen, el asedio de Baler, en el que un puñado de valientes resistía numantinamente olvidados por el resto del mundo, era algo similar, una verdadera metáfora de lo que le esperaba a partir de entonces a España, condenada a ser un paria internacional, aislada por el resto de naciones en lo político y lo comercial (salvo excepciones como la Argentina de Perón), hasta que firmó en 1953 los Acuerdos de Cooperación con Estados Unidos….los héroes de Baler resistieron un año, pero a la vieja y maltrecha piel de toro que tuvo que subsistir en tan precarias condiciones a la posguerra mundial todavía le esperaba afrontar ocho años de penurias que hubo de sobrellevar como mejor pudo….
Este post está dedicado a esos grandes héroes de Baler, a todos cuantos hicieron posible ese peliculón que sigue siendo ‘Los últimos de Filipinas’, que aún hoy me pone la carne de gallina, con especial recuerdo al gran Pepe Nieto, y a mi familia, buena parte de la cual abandonó en 1897 nuestra soñada Manila para venirse a vivir a Murcia, la tierra de sus ancestros